Es la comedia sorpresa del año, una película independiente que costó solamente 6 millones de dólares y en la taquilla estadounidense ya recaudó un total de 23. Hecha por y para las chicas, ha recibido el apoyo de la productora de Adam McKay y Will Ferrell, que de esto del humor que quiere ver el público actual saben un poco. Y me alegro de que haya ido bien, porque eso significará que puede haber una continuación. Lo digo porque todos y todas, después de ver “Booksmart” (2019), estarán deseando volver a reencontrarse en una sala de cine con Molly y Amy, las tías más divertidas que hayas visto recientemente en la gran pantalla. Son modernas, feministas a tope, buenas estudiantes y, lo mejor de todo, están locas por ir de marcha.

El guion escrito a ocho manos por Susanna Fogel, Emily Halpern, Katie Silberman y Sarah Haskins es una bomba que la debutante en la realización y hasta ahora actriz Olivia Wilde sabe hacer detonar en la cara de su audiencia, principalmente adolescente. Expresa como nadie lo había hecho desde la década de los 80, cuando en la comedia generacional reinaba John Hughes, la urgencia de la gente joven por vivir intensamente y probar cosas nuevas. Molly y Amy sienten que se están perdiendo algo, que han acabado el instituto sin darle una sola alegría al cuerpo, concentradas como estaban en los estudios. Se han convertido a los ojos de los demás en unas nerds o pringadas, porque el resto accederán también a la universidad pero sin tener que esforzarse como ellas.

Olivia Wilde se gradúa con la máxima nota en lo que a dirección interpretativa se refiere, con un reparto femenino lleno de descubrimientos. La pareja estelar compuesta por Beanie Feldstein, la hermana pequeña de Jonah Hill, y Kaitlyn Dever lidera un gran plantel en el que no se deben dejar de mencionar a Billie Lourd, Victoria Ruesga, Diana Silvers o Molly Gordon.