«Mens sana in corpore sano», dijo Juvenal en sus ‘Sátiras’. «Mens sana in corpore tullido», respondió Def con Dos en ‘Acción Mutante’. Esto último fue en 1993, ahora no sé si se puede decir «tullido» tan alegremente, a lo loco.

La cuestión es que si algo no falta en estas fiestas es actividad deportiva. A ver si se piensan que tanto equipo puntero y tanta medalla olímpica en un territorio pequeño como Gipuzkoa es por casualidad. Hemos tenido o vamos a tener durante estos ocho días ‘harrijasotzailes’ y ‘aizkolaris’ en la Trini, caballos en Zubieta y traineras en el Urumea. Eso, digamos, a nivel de la élite, con el pueblo llano ejerciendo de espectador.

Porque luego, con los de a pie como protagonistas, lo mismo se oferta voley playa en La Zurriola que una travesía a nado o en kayak; o talleres de rugby, baloncesto, karate, balonmano y esgrima; barrene de pelota, tai-chi o waterpolo junto al Naútico, y una fiesta del deporte inclusivo en la plaza Zuloaga… agotado me quedo con solo enumerar las opciones, y eso que me he dejado unas cuantas en el tintero.

Desde aquí lanzo la idea para que el pantalón corto de chándal y la camiseta térmica sean el uniforme oficial festivo. Con una oferta que va desde la marca blanca de todos sabemos qué establecimiento del polígono Belartza hasta las grandes compañías que te cobran un riñón por unas zapatillas. Como el anillo de Frodo, una vestimenta para gobernarlos a todos, desde Ikatz Kalea hasta el Tenis.

Por cierto, como eternamente estamos con la cantinela del ‘no son participativas’, a ver si alguien se va a pensar que la tropa que se apunta a esta maratón polideportiva está contratada por el Ayuntamiento o ha aterrizado del planeta Raticulín. Que a lo mejor tenemos que revisar algunos conceptos y asumir que mucha gente participa de otras maneras. Y luego, si eso, también se toma sus potes, baila, cocina en un concurso gastronómico, escucha un concierto o va a misa por ser el día de la patrona.