M.I.
ANGRY BIRDS 2: LA PELÍCULA

Un videojuego pensado para el público infantil

L a asociación entre la empresa de videojuegos finlandesa Rovio y el estudio cinematográfico Sony arrojó beneficios con el estreno de “Angry Birds: La película” (2016). Aquella primera adaptación del videojuego infantil homónimo costó 73 millones de dólares y recaudó en la taquilla mundial un total 353. La secuela estaba más que cantada, no solo por las cifras favorables, sino porque hasta la fecha este tipo de producciones que pasaban de la consola a la pantalla no eran bien recibidas por los gamers, hasta que un título pensado para niños y niñas de menos de diez años se ganaba a la franja de público familiar y rompía la barrera existente. Es lógico por tanto que en la segunda parte se de un afán continuista, y tanto es así que repiten la mayoría de personajes principales con su reparto de doblaje casi al completo en la versión original. La principal incorporación en la nueva aventura es la de la villana Zeta, a la que pone voz la actriz Leslie Jones. Al ser una enemiga común de los pájaros enojados y de los cerdos verdes, unos y otros se tendrán que aliar para la defensa de sus respectivas islas, si no quieren verse convertidos en cubitos de hielo en una guerra más que fría.