Jaime IGLESIAS
MADRID
Elkarrizketa
CLAUDE LELOUCH
CINEASTA

«El paso del tiempo te lleva a confiar más en el corazón que en la razón»

Nacido en París en 1937, es uno de los grandes nombres del cine francés contemporáneo. Con una filmografía de cincuenta películas, su mayor reconocimiento lo obtuvo cuando apenas contaba 31 años con «Un hombre y una mujer», película con la que ganó el Óscar y la Palma de Oro en Cannes. Ahora vuelve a reunir a la pareja protagonista de aquel clásico en «Los años más bellos de una vida».

«Los años más bellos de una vida son los que aún no se han vivido» dejó dicho Victor Hugo. Inspirándose en esta frase y en los evocadores rostros de Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant, Claude Lelouch vuelve a reunir a los carismáticos intérpretes de “Un hombre y una mujer” en una luminosa propuesta sobre el paso del tiempo y los procesos de despojamiento que anteceden al descubrimiento de la verdadera dimensión del amor.

 

¿En qué medida el éxito alcanzado en 1966 por «Un hombre y una mujer» ha marcado su trayectoria como cineasta?

Fue una película que cambió la vida de todos los que participamos en ella. A mí, en particular, me ha permitido rodar cincuenta películas más y aunque no he podido evitar que todos y cada uno de estos títulos hayan sido comparados con aquel filme, lo cierto es que el éxito que tuvo “Un hombre y una mujer” me ha hecho gozar de una libertad absoluta como cineasta. La verdad es que más que un director de películas me considero un reportero de la vida y en ese sentido “Un hombre y una mujer” también fue un título clave porque me enseñó que solo debía aproximar mi cámara a un perfil de personajes que conociera de primera mano. Me interesa la gente aparentemente anodina, frágil, vulnerable pero que al enamorarse se convierten en una suerte de héroes. En mayor o menor medida todas mis películas, desde entonces, han sido historias de amor.

 

¿Cómo surgió el deseo de rodar este epílogo a su película más célebre? ¿Cómo fue la génesis del proyecto?

Por distintas razones, “Un hombre y una mujer” es un trabajo con el que me he visto obligado a confrontarme cada cierto tiempo. La última vez que lo hice fue hace tres años, durante la proyección especial que realizaron en Cannes para conmemorar los 50 años de la Palma de Oro que ganó el filme. A mi lado estaban sentados Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant, con los que nunca perdí relación, y como la película ya me la sé de memoria, estuve durante toda la proyección observando sus rostros. Fue así como constaté una evidencia que tengo desde hace años y es que “Un hombre y una mujer” es una película de amor, sí, pero sobre todo es una historia sobre el paso del tiempo y fue eso lo que me llevó a pensar “tenemos que retomar esta historia” porque solo con el paso de los años comprendemos lo que es el amor.

 

¿Por qué piensa eso?

Pues porque la edad te va liberando de todos los miedos. Yo tengo 82 años y a lo largo de mi vida ha habido un montón de cosas a las que he temido. Sin embargo, ahora estoy en un momento en el que no me asusta nada y eso es porque el paso de los años te vuelve más tolerante y la base del amor es justamente esa: la tolerancia. Es entonces cuando nos damos cuenta de que todas esas sensaciones que, de jóvenes, asociamos al hecho de estar enamorados son realmente un fraude.

 

¿Es más fácil amar cuando uno es anciano?

Sí, sin duda, sobre todo en nuestros días, en los que resulta más difícil ser joven que ser viejo. Hemos fabricado un mundo a medida de los ancianos, los jóvenes lo tienen realmente complicado. Todo lo contrario de lo que ocurría en los años 60 y 70. Hoy en día ser un anciano te lleva a ocupar un lugar privilegiado y eso es precisamente lo que quería contar en esta película. Porque, más allá de la edad, el presente es lo más fuerte, lo más importante, incluso para aquellos a los que nos queda muy poco presente.

 

¿Le resultó fácil convencer a sus dos protagonistas para que retomaran sus personajes cinco décadas después?

Para nada. Especialmente a Jean-Louis, él ya había anunciado que dejaba el cine y no estaba dispuesto de ningún modo a someterse a la disciplina de un rodaje. Hasta cierto punto es normal que esté cansado, ha vivido momentos muy difíciles tanto en lo profesional como en lo personal. Actualmente está casi ciego y no puede andar pero le queda la voz y para mí es una de las voces más bellas del mundo. Cuando le propuse retomar su personaje de “Un hombre y una mujer” pensé que esa voz podía decirnos todo acerca de la vida. Así que dediqué un gran esfuerzo en convencerle de hacer esta película. Anouk aparentemente estaba más dispuesta, de entrada me dijo que sí, pero siempre he sospechado que accedió porque estaba convencida de que Jean-Louis no daría su brazo a torcer y de que la película nunca se haría. Pero lo más difícil fue convencer a los productores. Todos a los que acudía me decían: “pero tú estás loco, ‘Un hombre y una mujer’ es un filme sagrado, volver sobre él es un error”.

 

¿Y convencer a Francis Lei para que volviera a escribir la música para esta continuación?

La partitura que compuso Francis hace 50 años para “Un hombre y una mujer” fue una de las razones del éxito de la película y en esta ocasión quería volver a contar con él. Fue una suerte que accediera a hacer la banda sonora de “Los años más felices de una vida” y una lástima que falleciera poco antes de que la estrenásemos. En todas mis películas la música es muy importante porque a través de ella puedo entrar en comunicación con el inconsciente del espectador. El guion habla siempre al intelecto pero la música se dirige a ese lado irracional que todos tenemos y que nos lleva a considerarnos a nosotros mismos almas inmortales. El paso del tiempo te lleva a confiar más en el corazón que en la razón.

 

De hecho, en «Los años más bellos de una vida» lleva a cabo una reivindicación de los recuerdos y de los sueños de los protagonistas hasta conferirles un carácter verdadero.

Es que yo creo que son nuestros sueños los que nos definen, en torno a ellos vamos construyendo nuestra vida. De hecho, si te fijas, todo lo que muestro en esta película puede ser interpretado como un sueño, la realidad solo emerge en la última secuencia del filme. Si no pudiéramos soñar la vida sería insoportable y, puestos a elegir, yo prefiero soñar despierto. Cuando abordo la escritura de un guion lo que estoy haciendo es materializar un sueño y, en cierto modo, rebelarme contra la vida, que en sí misma resulta muy complicada, muy difícil. La vida es una agotadora carrera de obstáculos y el único momento de reposo, de calma, que tenemos es cuando nos enamoramos.

 

Antes de hacer esta película, usted ya había rodado una secuela de su filme más popular en 1986 bajo el título de «Un hombre y una mujer: veinte años más tarde».

Sí, pero aquella película era una especulación sobre el éxito y creo que me equivoqué haciéndola. Resultaba demasiado pronto para volver sobre los personajes de “Un hombre y una mujer”, sobre todo porque ellos apenas habían cambiado, seguían instalados en el mismo juego de seducción del que participaban en el filme original. Hoy, a sus 80 años, están en un momento de sus respectivas vidas donde han llegado ya a lo esencial. Cuando eres joven lo único que te preocupa en el amor es seducir, y eso te lleva al engaño mientras que según te haces mayor comprendes mejor la esencia de las cosas.

 

¿Usted está en esa fase? ¿Se reconoce en esa frase de Victor Hugo con la que abre su película donde se dice que los años más bellos de una vida son los que aún no se han vivido?

Absolutamente. Yo no soy nada nostálgico, para mí el presente siempre ha sido mucho más inspirador que el pasado y viendo mi vida en retrospectiva puedo decir que esta siempre ha ido de mejor a mejor. De hecho, creo no haber vivido aún los rigores de la vejez, es algo que tarde o temprano padeceré pero espero no darme cuenta (risas). Rodando “Los años más bellos de una vida” me he sentido mucho más feliz que haciendo “Un hombre y una mujer” y también más ligero. En ese viaje a lo esencial que define el paso de los años, la tecnología es una herramienta maravillosa. El hecho de haber podido rodar esta película en algo menos de un mes con un teléfono móvil me ha hecho descubrir un mundo nuevo. No entiendo cómo no se hacen más películas así.