Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Aute retrato»

El creador solitario que nunca estuvo solo

La casa de Aute y de Maritxu es la casa de todos y de todas, porque cabe un mundo entero dentro. En más de cinco décadas de trayectoria aquel niño filipino que se hizo grande en Madrid fue abriéndose a la vida a su manera, porque siendo una persona introvertida tenía tanto arte que dar a los demás, que a pesar de su carácter retraído y su miedo escénico acabó rodeado de gentes de la farándula. Era su destino y lo fue asumiendo con inteligencia, porque Luis Eduardo, como el Fernando de la silla, es una de las personas más lúcidas que han podido expresarse desde una pantalla. La diferencia a favor de Aute es que domina la palabra y domina la imagen, ya que gracias a su polifacetismo lo mismo vuelca sus ideas en textos que en dibujos, en pinturas, en collages, en películas animadas, en películas con personajes de carne y hueso, y a través de tantas otras manifestaciones más propias de un renacentista que de un ser de nuestro tiempo.

Para quienes ya conocíamos la obra autista el documental “Aute retrato” (2019) nos aporta sus reflexiones y la tranquilidad de saber que nos es “el último de Filipinas”, y que no está solo en sus visiones apocalípticas, al contar con el apoyo generacional, e incluso el de jóvenes que saben que tiene razón en lo que cuenta. Coincido plenamente con su discurso de que el capitalismo ha dado paso a un nuevo feudalismo, y que la tecnología, que él rebautiza como “teonología”, es la nueva religión. Y, sobre todo, cuando afirma que sin cultura y sin educación somos la barbarie.

Y si este documental es conocimiento, también está hecho de emoción. Por ser un personaje inspirador, Aute contagia de su poesía a sus amigos y amigas, con conexiones muy profundas con otros cantautores, en especial con Silvio Rodríguez. Cuando vinieron mal dadas estuvo ahí y le llevó a Cuba para lograr su curación, episodio confirmado por Miki, el hijo de Aute. Juntos hicieron el milagro.