EDITORIALA
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El montaje de la violencia

El encarcelamiento de siete militantes catalanes por parte de la Audiencia Nacional bajo la acusación de «terrorismo» supone un salto cualitativo en la estrategia represiva del Estado español. Es el último capítulo de un relato basado en convertir la disidencia política en violencia. Si hasta ahora el objetivo militar de los poderes del Estado eran los líderes catalanes, el mensaje es que ahora también lo serán los activistas independentistas. Quieren expandir el miedo. El Estado español no es capaz de combatir políticamente el impulso democrático catalán, no tiene argumentos para explicar al mundo por qué la ciudadanía catalana no puede negociar y decidir su futuro, votando libremente. De igual modo que la sociedad catalana sabe que su única opción para lograr sus objetivos democráticos es que no vayan acompañados de violencia, el Estado español piensa que solo podrá cercenar esa voluntad democrática si reproduce un escenario de violencia. Aunque sea ficticia.

El esquema que sigue esta nueva jugada de la Guardia Civil y la Audiencia Nacional reproduce las fórmulas antinsurgentes utilizadas en Euskal Herria. Esos dos poderes han adquirido su relevancia política en ese contexto y solo entienden esta lógica. Pero hay una diferencia sustancial entre la realidad catalana y la realidad vasca: aquí sí había violencia. No conviene banalizarla. Evidentemente eso no justifica que, tal y como ocurrió durante décadas, los diferentes cuerpos policiales incomunicasen y torturasen a los detenidos, se hiciesen razias expansivas, se utilizase la prisión preventiva sin medida, se alargasen hasta el infinito las condenas, se estigmatizase a colectivos enteros y se condenase a una gran parte de toda una generación a convivir con el miedo. La sociedad catalana debe prepararse, porque el Estado camina hacia ese escenario.

El Estado español equipara a vascos y catalanes porque para ellos el problema no es la violencia, sino la democracia y la libertad. Para este Estado lo que es delito es no querer ser español. Por eso miente, persigue y castiga.