EDITORIALA
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El legado que deja el equipo Euskadi Murias

La desaparición del equipo ciclista Euskadi Murias es una noticia triste desde todo punto de vista. Lo es para el mundo deportivo y muy especialmente para la afición vasca. No deja de ser paradójico que el proyecto muera siendo víctima de una crisis de crecimiento. Ha encadenado éxitos deportivos y un desarrollo tan fulgurante que le obligaban a crecer exponencialmente también en recursos, algo que ha resultado imposible para sus promotores. Tienen razón estos al reivindicar su trayectoria y calificarla de «matrícula de honor». Han sido cinco años de superación espectaculares, a la altura precisamente de los mejores valores del ciclismo.

Euskadi Murias nació para «colaborar en el resurgimiento del ciclismo vasco», algo que ha conseguido con creces en todos los ámbitos, desde el competitivo hasta el simbólico. Ha dado la oportunidad a corredores jóvenes que quedaban huérfanos tras su paso por aficionados, por exitoso que fuese este. Ha consolidado un staff técnico con un nivel profesional muy alto. Pero, sobre todo, ha recuperado el orgullo de la afición vasca, que ha vuelto a soñar con ser la mejor del mundo, que ha vuelto a ondear la ikurriña por las diferentes carreras animando a sus corredores y al resto del pelotón. Lo que el ciclismo mueve en un país tan pequeño como Euskal Herria es impresionante.

Llegados a este punto, hay que preguntarse qué es y qué no es viable en esta pequeña nación. Qué se pueden permitir, o no, su sociedad, sus instituciones, su tejido asociativo y deportivo. Dónde se debe invertir y cómo. Lo que en ningún caso se puede permitir es perder el capital humano y simbólico logrado por proyectos como Euskadi Murias. Hay terrenos en el que los vascos y vascas están obligados a competir, como si fuese una carrera ciclista. Hay otros en los que, si se quiere salir adelante como país, es obligatorio cooperar. La Fundación Euskadi es ahora la mayor esperanza de la afición. La desaparición de uno de los equipos de élite debería servir para concentrar los esfuerzos, las energías y los recursos.