M. Z.
RIAD

Un año después de matar a Khashoggi, MBS es un paria que trata de rescatarse

MBS anda de plató en plató limpiando su imagen. Tras ordenar matar hace un año a Khashoggi, reconoce ahora su «responsabilidad» pero niega su «participación». Otra mentira, o media verdad, en su intento de rescatarse a sí mismo para dejar de ser un paria vilipendiado.

La querella que enfrentaba al periodista de 58 años Jamal Khashoggi, y al líder de facto de Arabia Saudí, el príncipe de 34 años Mohammed Bin Salman (MBS), terminó abruptamente un día como hoy, hace un año, en el consulado saudí de Estambul. Khashoggi entró al consulado para formalizar unos papeleos de cara a su próxima boda, pero fue muerto por sofocación, su cuerpo fue descuartizado y disuelto en ácido por un escuadrón de la muerte enviado desde Riad con ese propósito.

La CIA dictaminó «casi con total certeza» que MBS ordenó matar a Khashoggi. Un equipo de investigación de la ONU también le hizo responsable. MBS tuvo un éxito relativo: Khashoggi no le desafiaría públicamente nunca más. Con su ayudante de máxima confianza, Saud al-Qahtani, que supervisó la operación de Estambul, ambos salieron impunes judicialmente de esa muerte atroz. El presidente de EEUU, Donald Trump, bloqueó todos los intentos de hacer responsable al régimen saudí y pronto quiso blanquear al príncipe que, un año después, sigue en ofensiva mediática para restablecer su imagen y dejar de ser un paria en muchas capitales del mundo.

En víspera del aniversario de la muerte de Khashoggi, en sendas entrevistas televisadas, Bin Salman ha declarado «la total responsabilidad porque ocurrió bajo mi mandato» mientras negaba vehementemente «cualquier participación personal» en la misma. Una mentira, otra más, que solo los que ansían hacer negocios con él aceptarán.

Larga sombra de Khashoggi

Pero la sombra de Khashoggi es alargada y las duras críticas que hacía a MBS, un año después, están mostrando ser ciertas y cada vez más amenazantes. El curso de los acontecimientos ha demostrado que no pueden ser despachadas a golpe de sierra.

Khashoggi se enfrentó también a MBS a cuenta de la guerra de Yemen, que consideraba imposible de ganar e incrementaría las muertes domésticas y los daños en infraestructuras vitales. Un año después, los rebeldes yemeníes huthíes han sido capaces de evadir todas las defensas antiaéreas saudíes y de devastar el mayor complejo de producción de petróleo del mundo, propiedad de la compañía saudí Aramco, la que más beneficios obtiene a nivel global y que es considerada como la joya de la corona del régimen.

Un año después, Mohammed Bin Salman no puede seguir apostando toda su defensa en un apoyo incondicional de un Trump acosado por los escándalos y con su reelección en 2020 en el aire. Los demócratas, en palabras de su líder en el Congreso, Nancy Pelosi, ya adelantan que EEUU no «apoyará de ninguna manera» una acción militar en nombre del reino de los Saud. «No podemos proteger y defender a una persona que decapitó a un periodista y disolvió sus restos», dice Pelosi, dando a entender que las políticas de MBS se dirigen hacia un desastre del que no le será fácil rescatarse a sí mismo.