Dabid LAZKANOITURBURU
TRUMP CONTRAATACA EN PLENO PROCESO DE DESTITUCIÓN

Impeachment o boomerang

Una semana después del inicio del procedimiento de destitución (impeachment), está claro que el presidente Donald Trump va a vender cara su piel y que está dispuesto a cruzar cualquier límite para hacer fracasar la ofensiva demócrata en plena campaña para su reelección en las presidenciales de noviembre de 2020.

Tras desatarse en cientos de twits rebosantes de diatribas contra demócratas y republicanos díscolos –todos ellos «traidores»–y de evocaciones a la Guerra Civil americana, el Gobierno australiano ha confirmado que el inquilino de la Casa Blanca le ha pedido ayuda en la investigación para tratar de desacreditar el Russiagate, supuesta trama en la que el Kremlin habría influido en la campaña de 2016 a favor de Trump y en contra de su rival, Hillary Clinton.

La Administración estadounidense encargó hace meses al Departamento de Justicia «investigar a los investigadores» para demostrar que todo aquello fue realmente un montaje pergeñado por sus rivales políticos para perjudicar a su candidatura.

Trump tiene previsto presentar las conclusiones de esa nueva investigación en unas semanas, coincidiendo con los debates parlamentarios iniciales en torno al impeachment.

Las presiones del presidente de EEUU al primer ministro australiano, Scott Morrison, para que le ayudara contra el Russiagate, confirmadas por este último, son una nueva muestra de que Trump no tiene empacho alguno en utilizar el poder de su presidencia para defender sus intereses políticos, acusación que precisamente está en el origen del proceso de impeachment iniciado contra él.

Trump está en el punto de mira de un proceso de destitución por haber presionado a su homólogo ucraniano, Volodimir Zelensky, para que reabra una investigación sobre corrupción en torno a Hunter Biden, quien en 2014, justo tras el triunfo de la revuelta prooccidental del Maidan, fue nombrado miembro del consejo de administración de la empresa gasística Burisma. Hunter es hijo de Joe Biden, entonces vicepresidente de EEUU y uno de los candidatos demócratas a disputar la presidencia a Trump.

Lejos de reconocer delito de prevaricación alguno –menos el de poner en riesgo la seguridad nacional, como le acusan los demócratas– el inquilino de la Casa Blanca no solo ha contraatacado en Australia, y defendido su gestión en Ucrania, sino que ha pedido colaboración a China, donde Hunter Biden fue asimismo nombrado miembro del consejo de una empresa financiera con socios de entidades del gigante asiático.

Trump no ha aportado, hasta ahora, prueba alguna de corrupción pero ha aireado la hipótesis de que el entonces vicepresidente Biden habría presionado al ahora expresidente ucraniano, Petro Poroshenko, para que hiciera un favor a su hijo y destituyera a su fiscal general, Viktor Shokin, quien estaba investigando a la gasera Burima.

Tanto Biden como la UE justificaron sus presiones a Poroshenko para destituir a Shokin precisamente por lo contrario, porque supuestamente no actuaba contra la corrupción.

El inquilino de la Casa Blanca ha contraatacado reivindicando no solo el derecho sino el deber de pedir ayuda a otros países para luchar contra la corrupción. «Como presidente de EEUU, tengo el derecho absoluto, tal vez incluso el deber, de investigar o haber investigado casos de corrupción. ¡Y eso incluiría pedir o sugerir a otros países que nos ayuden», se ha defendido en twiter.

Una defensa comprensible y asumible para el electorado medio, más allá de sus aristas juridico-constitucionales.

Pero su mejor defensa, y su mejor ataque, radica en la biografía del propio Hunter Biden, que es el gran punto débil de su padre. Típico «hijo baranda», reconoció en 2015 en una confesión al diario “The New Yorker” un largo historial de adicción a las drogas, al alcohol y a la prostitución, que le llevaron de joven a varios centros de rehabilitación.

Joe Biden perdió a su mujer, Nelia, y a su hija Naomi en un accidente de tráfico en 1972, Sus otros dos hijos, Hunter y Beau, resultaron heridos pero sobrevivieron. Este último murió por un tumor cerebral en 2015.

Su hoy único hijo, Hunter, se lanzó en 2000 al mundo de las finanzas aprovechando las oportunidades que le brindaba el apellido de su padre y trabajó con familias pudientes como los Clinton, Daley (Richard Daley, histórico alcalde de Chicago)...

A la propia Administración Obama no le hizo ninguna gracia que el hijo del vicepresidente fuera contratado en 2014 por 50.000 dólares al mes por la gasera ucraniana, que buscaba «lavar su imagen corrupta» contratando a directivos occidentales.

Joe Biden, quien dirigía la política estadounidense respecto a Ucrania tras el Maidan, niega trato de favor alguno hacia su hijo y ambos aseguran que, en lo tocante a sus negocios, aplicaban la máxima vigente hasta hace bien poco en el Ejército con los reclutas homosexuales: «Tú no me preguntas y yo no te lo cuento».

Defensa esta bastante menos sólida que la de Trump a ojos del común de los mortales, lo que podría provocar que el impeachment contra el presidente se convierta en un boomerang contra el exvicepresidente y candidato a derrocarle, e incluso contra todo el Partido Demócrata.

Por de pronto, Ucrania anunció ayer que reexaminará los dossieres sobre el grupo gasero, tal y como le urgió Trump bajo amenaza de congerlarle una millonaria ayuda militar.

Joe Biden, quien ha perdido en todos estos años a toda su familia excepto a su hijo, podría perder por los «negocios» de este último su último tren a la Casa Blanca. Crueldades o realidades de la política.