Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La directora de orquesta»

Nula intensidad en una sinfonía estética

La figura de Antonia Brico merecía una propuesta cinematográfica mucho más ambiciosa y menos domesticada que la que nos propone Maria Peters en este biopic encorsetado y diseñado para todos los públicos. Amparada en un estilo muy “funcionarial”, todo lo que se revela en la pantalla no es más que una serie de secuencia cuya corrección formal impiden al espectador tener un retrato mucho más preciso de la, sin duda, tremenda cruzada personal que llevó a cabo una mujer que en su pelea constante con los estereotipos logró abrirse camino a golpe de batuta en el circuito de las orquestas sinfónicas. Todo suena a excesivamente impostado dentro de un producto en el que impera la belleza estética, empezando por los propios intérpretes que la protagonizan y que funcionan dentro de los cánones estéticos habituales del cine estadounidense. No encontramos a lo largo del metraje ni una sola secuencia que rezume intensidad y eso que una perspectiva del mundo aportada por una mujer atrincherada en su batuta y con una orquesta tocando a todo trapo según dicta su tempo, hubiese dado mucho de sí a la hora de explicitar esa constante pelea contra los estamentos culturales gobernados por el hombre y que nunca verán con buenos ojos la “inaudita” irrupción de una mujer dotada de semejante talento y en un terreno tan poco proclive a ello. La cineasta y guionista se enreda en pequeñas historias que transcurren paralelas a la principal y que, lejos de aportar algo interesante, tan solo cometen el error de diluir buena parte de la sustancia que otorga sentido a su mensaje central, que no es otro que la reivindicación de una mujer que fue despreciada de manera directa o mediante palabras condescendientes y que, contra viento y marea y plantando cara a la discriminación sexual, logró ser la primera mujer en dirigir una gran orquesta sinfónica.