Gloria Latasa
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AZKEN PUNTUA

Cielo morado

Azul, blanco, verde, gris, amarillo… larga es la lista de colores que pueden verse en el cielo. También puede contemplarse otro tono, más extraño aún, como es el violeta. O, más exactamente, el púrpura, que no es otra cosa que la mezcla de azul y de rojo; difícil de ver, su observación está relacionada con los volcanes.

En una erupción, un volcán expulsa diferentes materiales, entre los que puede haber finos aerosoles (sustancias divididas en partículas sólidas o en gotitas en suspensión en la atmósfera, susceptibles de reducir la visibilidad) con componentes sulfurosos que alcancen la estratosfera.

Si lo hacen, al llegar a esa zona de la atmósfera, dispersan la luz azul. Y si se producen atardeceres rojos, ambos colores se mezclan y dan lugar a la aparición del púrpura.

Los tonos morados pueden observarse en zonas muy lejanas de aquellas en las que se ha producido la erupción, debido a que las emisiones pueden extenderse mucho más allá de su zona de origen.

Este verano dos volcanes han logrado enviar aerosoles a la estratosfera: el 22 de junio el Raikoke en las islas Kuriles y el 3 de agosto el Ulawun en Papúa Nueva Guinea. Posteriormente, en lugares tan alejados como Polonia se han llegado a observar cielos morados.

El aire despejado, la falta de nubes y la configuración del país son factores que, al parecer, mejoran la posibilidad de contemplar el fenómeno.