Jaime IGLESIAS
MADRID

La singularidad pictórica de Vicente Ameztoy conquista Madrid

El Círculo de Bellas Artes inauguró ayer la más completa exposición del pintor donostiarra Vicente Ameztoy de cuantas han tenido lugar en la capital del Estado. No se trata de un simple aperitivo a la muestra que se presentará, a partir del 12 de febrero, en el Museo de Bellas Artes de Bilbo donde, además de sus pinturas, podrá verse buena parte de su obra gráfica, sino que la exposición madrileña busca redimensionar la figura de Ameztoy fuera de Euskal Herria.

En la rueda de prensa que sirvió para presentar la muestra comparecieron, además de Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbo y de Juan Barja, máximo responsable del Círculo de Bellas Artes, que se despide de su cargo con esta exposición, los dos comisarios de la misma: Miriam Alzuri y Javier Viar. La primera fue la encargada de glosar la figura de Vicente Ameztoy justificando lo oportuno de que su obra pueda verse en Madrid después de tantos años: «En el País Vasco, Vicente gozó de un gran prestigio crítico y de un enorme aprecio popular. Su práctica artística desbordó la pintura y su figura es conocida por aficionados a las revistas, al cómic... En Madrid sin embargo, es menos conocido, quizá porque él mismo se mantuvo alejado de los circuitos expositivos durante los años 80 y 90 y, también, porque, en cierto modo, se trata de un artista incómodo y de difícil clasificación«.

En este sentido, Javier Viar, el otro comisario de la exposición, valoró que «el problema de Ameztoy y de otros como él que apostaron por un arte figurativo es que tuvieron que abrirse camino en una época donde el arte vasco estaba dominado por el expresionismo abstracto y por la reivindicación de la materia en la obra de gente como Chillida u Oteiza. Ese fue su gran mérito pero también la principal dificultad con la que se encontró a la hora de implantar nuevas formas expresivas».

 

Profeta en su tierra

Tanto Viar como Alzuri destacaron que la obra de Ameztoy está llena de sutiles referencias al conflicto vasco y que eso también dificultó la aceptación de su trabajo fuera de Euskal Herrria. No obstante, Vicente Ameztoy fue un pintor que, a pesar de su escasa obra, siempre despertó adhesiones fieles.

Según Miguel Zugaza «ya desde sus primeros años se impuso como un pintor de culto con una obra muy apreciada en círculos muy restringidos y aún hoy conserva ese estatus como lo prueba el hecho de que quienes compraron sus primeros cuadros no se han desprendido de ellos».

Para el director del Museo de Bellas Artes de Bilbo y antiguo responsable del Prado: «con Ameztoy pasa lo mismo que ha ocurrido históricamente con otros pintores de catálogo corto como Vermeer o LaTour y es que, una vez rescatados, el interés por su obra no deja de crecer». De ahí que, al margen de recordar las facilidades dadas para la organización de esta muestra a la mujer y a la hija de Ameztoy, Zugaza quiso agradecer la generosidad «de los celosos coleccionistas de la obra de Ameztoy que han accedido a desprenderse de algunos de sus cuadres para esta exposición».

La singularidad del pintor y su estilo lleno de referencias que van del surrealismo al pop arte también fue glosado durante la rueda de prensa por Javier Viar: «En sus cuadros hay signos evidentes de posmodernidad: su dandismo, su sentido del humor pero, sobre todo su vinculación a formas de arte popular como son los cómics y el cine».

Según Viar «muchos de sus cuadros parecen viñetas de una historia que se continúa en otros lienzos casi como si se tratase de un story board porque si algo tiene la pintura de Ameztoy es voluntad narrativa».

Los comisarios de la exposición también resaltaron el uso simbólico del paisaje que acontece en la obra de Ameztoy y el alcance social y político de dicha simbología.