Raimundo Fitero
DE REOJO

INE

Instituto Nacional (España) de Estadística, INE, un ente que proporciona en escalas diferentes datos sobre la propia existencia de los habitantes del reino de España, que fundamenta con sus trabajos el IPC (Índice de Precios al Consumo) que repercute en muchas de otras decisiones que nos afectan de manera diaria y estructuralmente, que tiene desde hace décadas un big data bastante potente, ha decidido, sin consultarnos, seguirnos durante unos cuantos días a través de nuestro teléfonos portátiles. O sea, nos espían por la cara. No nos han pedido permiso. Parece difícil que podamos salirnos de este chequeo universal desde nuestras aplicaciones, ni contactando con nuestras compañías. 

Una indefensión global. ¿Qué interés superior existe para que el INE pueda hacer ese seguimiento masivo? ¿Serán datos para aclarar asuntos referidos al turismo, para las estaciones de servicio, para asegurar la existencia de las medicinas adecuadas en todas las farmacias, o para qué narices nos siguen? Y más, podemos preguntarnos, ¿a quién sirven estos datos y hasta a quién se los van a vender? Estamos siempre geolocalizados, no hace falta anunciar el seguimiento, por lo tanto, se trata de algo específico, que tendrá que ver con asuntos que seguro no van a ser buenos para la ciudadanía. Estas estadísticas y estos números que ahora queman en todos los equipos de campaña de casi todos los partidos políticos, porque he escuchado al señor Tezanos, el del CIS, y me da la impresión de que hay implícita una denuncia en sus intervenciones. Asegura sibilinamente que, con mil llamadas telefónicas, con zonas donde no preguntan, los institutos privados, no tienen datos suficientes para acercarse a los presumibles resultados como ellos, un equipo competente de especialistas. Las encuestas son intimidatorias y material de propaganda.