Mikel ZUBIMENDI
GASTEIZ
Elkarrizketa
JORDÁN SANTOS CONCEJERO
DOCTOR EN FISIOLOGÍA DEL EJERCICIO

«El atletismo puede perder sentido, esa universalidad como deporte»

Nacido en Zaldibar (1985) y afincado en Gasteiz desde su infancia, este exatleta mediofondista es un investigador de proyección global de determinantes fisiológicos del rendimiento en atletas de élite, como la economía de carrera y la oxigenación cerebral.

La revolución del maratón ya ha llegado. En un mismo fin de semana, dos keniatas, Brigid Kosgei y Eliud Kipchoge, lograron algo grandioso. Ella, un récord estratosférico (2h14:04) y él, bajar de la mítica barrera de las dos horas (1h59:40). &bs;Pero hubo otras dos protagonistas, dos zapatillas «mágicas», Nike VaporflyNext% y Nike Alphafly, que han abierto la caja de Pandora del atletismo.

Santos, que confiesa tener «una visión un poco purista y clásica del atletismo» y asegura que «no me gusta hacia dónde se están dirigiendo las pruebas de asfalto», conoce bien esta revolución y sus implicaciones. Su posición es clara y la transmite con una pedagogía brutal. Recibe a GARA en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y Deporte de Gasteiz, donde da clases, algo que compagina con su gran pasión, la investigación.

Componente de mercado

¿Pasará con esas zapatillas lo que pasó con aquellos bañadoes de poliuretano que diseñó la NASA y que por su flotabilidad y por cómo resbalaba el agua hizo que se pulverizaran tantas marcas en natación y finalmente fueron prohibidos?

«Hay una diferencia sustancial. El atletismo tiene un componente de mercado enorme que no tiene la natación. No hay tantos nadadores, no hay carreras populares de natación donde haya miles de participantes cada fin de semana dejándose dinero en las distintas marcas. El récord de Kipchoge de Viena, bueno, que no es récord, tuvo una atención mediática que no tuvo el Campeonato del Mundo de Doha. Nike es una empresa muy poderosa, muchísimo más de lo que pudo ser Speedo para la natación. Además el propio presidente de la IAAF, Sebastian Coe, ha sido atleta de Nike toda su vida y probablemente hasta fechas recientes seguía vinculado a la marca. No creo que renuncien a todo este boom tan lucrativo».

La línea es difusa. Todas las zapatillas mejoran el rendimiento, si no todos correrían deslcazos, ¿Dónde está el límite de lo justo y lo permisible?

«La normativa de la IAAF (Federación Internacional) especifica que el calzado no puede aportar ninguna ventaja injusta, que solo está para ofrecer protección y estabilidad. Pero ¿qué es una ventaja injusta? No se define y la interpretación puede ser laxa. Se ha dado un salto no solo en el retorno energético sino también, por ejemplo, en la mejora de la economía de carrera hasta valores por encima del 4%, que para hacer un símil sería lo equivalente a las mejoras que dan algunas formas de dopaje convencional. Entramos en la línea de lo que sería el dopaje tecnológico y cuando un atleta puede estar descartado para la victoria o para los grandes resultados de inicio, sencillamente por el calzado que lleva en los pies, se pierde de alguna manera ese sentido, esa universalidad que tenía el atletismo como deporte puro».

Ventaja de partida

¿Podemos esperar un futuro como el de la F1, con grandes escuderías, cientos de ingenieros y biomecánicos trabajando en la tecnología del calzado?

«Hay un precedente: el récord de la hora del ciclismo. Con el boom de los años 90, los mejores ciclistas, incluso Miguel Indurain con su Espada, utilizaban bicicletas cada vez más extravagantes y estrafalarias, hasta que la UCI puso coto y dijo ‘cambiamos la normativa’. El recordman de aquella época era Chris Boardman, con 56 kilómetros; intentó el récord con una bici convencional, igual que la que usó Eddy Merckx décadas antes, y mejoró el récord por solo 10 metros, hizo 49 kilómetros. Desde entonces, a la opción de batirlo con bicicletas estrafalarias se le dio otro nombre: Mejor Esfuerzo Humano. El atleta va tumbado, la forma de dar pedales es distinta, las marcas son absolutamente estratosféricas, de más de 80 kilómetros, pero eso ya no es ciclismo. Probablemente pase algo similar en el atletismo. Pero quizá ya no sea correr, no sea atletismo, será otra cosa».

¿Dónde acaba la operación de marketing y dónde empieza un evento deportivo serio?

«Lo que hizo Kipchoge no estaba en el calendario, no había al menos tres rivales que disputasen la carrera, las liebres entraban de manera continua y no empezaban ni acababan la carrera, los avituallamientos se dieron de manera móvil, no era homologable. En mi opinión, la marca de Kipchoge en Viena está alejada del potencial real de lo que podía haber hecho. No hay más que ver cómo acabó el último kilómetro, por debajo de 2:40, dándose golpes en el pecho, saltando. Un atleta que corre un maratón por debajo de las dos horas no puede acabar así. No sé si no corrió más rápido para asegurar el tiro o para no conseguir una marca tan estratosférica, de 1h57, que levantase suspicacias. Ahora, si las Alphafly se permiten en una maratón comercial homologada como Berlín o Londres, a nada que pongamos a Kipchoge y a Bekele en un mano a mano con unas liebres muy potentes, el récord podría caer, lo que sería absolutamente increíble».

Ante este panorama, ¿dónde queda la ética y el principio de universalidad en el deporte?

«Lo ideal sería ver ganar al mejor en la pista y no al que tiene el mejor material. Pero siempre va a haber diferencias de partida, porque no todo el mundo va a tener el mismo acceso a la mejor dieta, entrenamiento o a las mejores instalaciones. Hasta ahora esas diferencias de partida eran mínimas. Ahora eso ha cambiado, porque una diferencia de un 4% entre unas zapatillas y otras hace que un atleta de Adidas no tenga nada que hacer contra alguien de una fisiología similar que calce unas Vaporfly. Se han visto atletas de élite patrocinados por Adidas o Reebok llevar Vaporflys pintadas con el logo de su patrocinador».

Dopaje tecnológico

¿Maldita o bendita tecnología? Siempre se asocia a dopaje, a trampas, a las apuestas.

«Para que algo sea considerado dopaje, bien sea alguna substancia, método o unas zapatillas, tienen que cumplirse al menos dos de los siguientes tres criterios: que suponga una ventaja o mejora en el rendimiento deportivo; algún tipo de riesgo para la salud; o que viole el espíritu deportivo. Estas zapatillas, claramente mejoran el rendimiento, no suponen ningún riesgo para la salud y queda la duda con respecto al tercer criterio. El debate está en ese tercer punto; cuando esté más definido, más claro, podremos determinar si este tipo de zapatillas podrían entrar dentro de lo que es dopaje tecnológico».

Todas las predicciones saltaron por los aires. ¿Qué puede depararnos el futuro próximo?

«Pensaba que el atleta que iba a bajar de las dos horas ya había nacido, que sería un keniata, que con los avances en entrenamiento y alimentación podría hacerlo en Berlín, hacia el año 2035. Kipchoge estaba corriendo en 2h02 o 2h03, además se encuentra en el ocaso de su carrera, porque es del año 85, ¿de repente corre dos minutos más rápido que hace tres años? La fisiología no cambia, pero corren más rápido. A nivel de entrenamiento, genética y nutrición, no estamos en el límite, pero no se esperan grandes saltos. Las barreras del deporte actual, los récords mundiales, son batibles, pero para mejorarlos en márgenes tan grandes tienen que venir por factores externos».

«El lima y rosa de las Vaporfly van a dar color a la Behobia»

Todo este proceso de mejora tecnológica de las zapatillas parece que es una carrera lanzada que no hay quién la pare. Según Santos, «ni siquiera la IAAF». Pero tampoco es algo exclusivo, solo pensado para los maratonianos de élite. El próximo domingo, por ejemplo, se corre la Behobia, una de las carreras populares más vibrantes y masivas de Euskal Herria. ¿Podemos imaginar, si no a todos, a una buena parte de los participantes corriendo con este tipo de zapatillas de última generación?

«El principal «target» de Nike con estos eventos es conseguir atención mediática para que la gente que corre pruebas como la Behobia compre sus zapatillas. La élite no paga por ellas, a la élite les vienen dadas. Además el corredor popular «per se» suele ser una persona de alto poder adquisitivo, porque se dedican de manera recreacional, tienen sus trabajos y pueden invertir grandes cantidades de dinero en cualquier tipo de «gadget» que les permita mejorar el rendimiento, desde dispositivos de GPS, zapatillas, ropa técnica, etc. Estas zapatillas, que no son baratas –las versiones ya comercializadas pueden adquirirse a partir de los 250 euros–, las puede comprar cualquiera si le garantizas algún tipo de mejora en su marca. Probablemente en la Behobia veamos un montón de ellas».

Y añade: «Atletas que a priori mostraban sus dudas con estas zapatillas, a raíz del récord de Eliud Kipchoge, empezaron a probarlas. El ejemplo más claro es el de Brigid Kosgei, que no iba a correr con las VaporflyNext% en Chicago y tras ver a Kipchoge batir el récord se animó a probar esa última versión comercial disponible y mejoró su marca de manera brutal. Así que seguramente veamos en la Behobia muchas zapatillas de color rosa y color lima de las VaporflyNext%, y seguramente veamos cómo atletas que están medianamente en forma mejoran ampliamente sus prestaciones, porque se ha visto que son unas zapatillas que producen mejoras en todas las personas».

Entonces el pronóstico de Jordán Santos es que la Behobia se va a vestir de color lima y de color rosa para su centenario. «Absolutamente. Mira, en la media maratón de Valencia celebrada el domingo pasado, en el grupo de cabeza, que era de una veintena de atletas, todos menos dos llevaban las Vaporfly. Es indicativo. A una persona que va a acabar la Behobia en dos horas le da igual usar unas zapatillas u otras, pero para aquellos que, digamos, son amateurs comprometidos buscando esa mejora en sus marcas es una ayuda que es difícil rechazar porque, cuando tus rivales las llevan, al final te acabas justificando. ¿Te compensa correr la Behobia, digamos un minuto más rápido, si sueltas 250 euros? Esa es la cuestión».M.Z.