Raimundo Fitero
DE REOJO

La ola

Nadie llorará por ti cuando te hayas convertido en un recuerdo si no has labrado previamente un jardín de memoria y herencias tangibles, poéticas o invisibles. Hay que estar al tanto para pillar la buena ola, pero a veces esa ola es una ola metafísica. No sé qué quiero decir exactamente. Un cataclismo emocional ha desplazado mi centro de gravedad y el raciocinio se me derrama por las periferias. ¿Cómo es posible que se pueda defender a tres abusadores juzgados con argumentos de incriminación sobre la víctima? La ley es la ley, y una menor es una menor. Y tres adultos que la agreden es un acto reprobable no solamente porque es un delito, muy grave. Gravísimo. Sino porque es una aberración cultural y un machismo delictivo. Los apologetas de la violación deberían sufrir un castigo similar.

Ha terminado de aquella manera la Cumbre del Clima, patrocinada, por cierto, por empresas muy contaminantes, en la que además de comprobar las dificultades reales para llegar a acuerdos globales se ha asistido a una constante agresión y mofa de una niña, Greta, que lo único que hace es difundir un discurso de alerta, concienciando a toda la ciudadanía de la gravedad de la emergencia. Llueve sobre mojado.

Salta a los titulares del mundo entero el nombramiento de Sanna Marin, una mujer de 34 años como Primera Ministra de Finlandia. Todo lo referido a este caso tiene un tufo machista mayúsculo. El que sea la más joven del mundo en estos instantes ha eclipsado todos sus valores políticos, si es que existen, su ideología, su carrera política. Vemos su imagen, nos dicen que ha nombrado un gabinete con mayoría de ministras, hasta nos dan detalles de su madre. ¿No es estar en la ola equivocada? El que sea mujer, joven,  es  un dato anecdótico y quedar en eso, es coger el rábano por las hojas.