Xabier Arberas
Parte Zaharrean Bizi Auzo Elkartea
GAURKOA

Gentrificación y turistificación de la Parte Vieja donostiarra

La Parte Vieja lleva soportando desde hace muchos años un proceso de gentrificación y turistificación constante. Un proceso que ni es natural ni un accidente, sino una estrategia intencionada y planificada. Dos fenómenos que se han extendido globalmente en muchas partes del mundo, pero que se desarrollan de formas diferentes en función del contexto local. Donostia no se ha librado.

Dos fenómenos que, al mismo tiempo que se retroalimentan y solapan, en la Parte Vieja están causando profundos cambios en el paisaje urbano del barrio y graves perjuicios en la salud y calidad de vida de sus residentes, su sistema de relaciones sociales, sus valores culturales e identitarios, su cohesión social, su bienestar medioambiental, su morfología, su patrimonio y su estructura económica y comercial.

Todo ello nos remite a un contexto no solo socioeconómico sino también político y civilizatorio. En el Foro Universal de las Culturas (BCN 2004) se acordó una declaración universal de los derechos humanos emergentes. Entre ellos, el del «Derecho a la Ciudad». O lo que es lo mismo, el derecho del vecindario, de quienes residimos, a conocer y participar activamente del proceso de desarrollo de nuestras comunidades. Sin embargo, no es este el caso ni de la Parte Vieja ni el de Donostia. No es casualidad.

Esta situación ha conducido a la Parte Vieja a un punto de colapso. Ya no es suficiente denunciar qué se hace mal, sino también denunciar que este sistema ha roto los mecanismos de permanencia como barrio.

En febrero de 2020 se cumplirán ocho años que Parte Zaharrean Bizi Auzo Elkartea se constituyó. El diagnóstico del barrio en 2012 fue el detonador de la alarma que puso las bases para organizarnos.

Denunciábamos la ausencia de políticas activas de vivienda social y de alquiler; la invasión del turismo y el ocio; la intrusión de nuestra intimidad; los problemas de salud derivados del ruido y la falta de descanso, la carencia de equipamientos y, en general, la privatización de espacio público y sobreexplotación mercantil, así como la pérdida de nuestra identidad y del euskara en especial.

En 2017 hicimos público un “Manifiesto en Defensa del derecho a vivir en la Parte Vieja”, exigiendo un giro radical en la posición del Gobierno municipal de Donostia para que se realicen cambios normativos que garanticen poder vivir en el barrio, nuestra permanencia y, en definitiva, nuestro futuro. Así como participar activamente del proceso de desarrollo de nuestra comunidad.

En 2019 acaba de comenzar una nueva legislatura sin que se haya hecho frente a los principales problemas de la Parte Vieja. La gentrificación y la turistificación caminan de la mano, imparables.

Sabemos que en teoría existe un marco regulador, legislativo y local que establece unas reglas de juego. Sin embargo, la política pública del Consistorio ha sido de pasividad o tolerancia si no de impulso respecto a la terciarización, la mercantilización y la sobreexplotación del espacio público de la Parte Vieja. Hace tiempo que hizo aguas ese marco teórico. La institución municipal es hoy un agente activo y relevante de ese proceso. Las presiones y los recursos de la promoción inmobiliaria, de fondos de inversión, locales y foráneos, etc. han doblegado, frecuentemente, al «árbitro y defensor» del interés general, en muchos casos forzando o ignorando la ley, promoviendo políticas urbanas, económicas y territoriales no sostenibles ni equitativas.

Es evidente que se ha establecido una estrategia global para la ciudad, al servicio de la economía y eso que llaman mercados, y no al servicio de las personas.

La realidad de la Parte Vieja habla por sí sola:

- Pérdida de población. De 6.401 habitantes en 2004, a 5.832 en 2017 (-8,9%). Se prevé que dentro de 10 años seamos 5.400 (-7%).

- Sangrante situación de la juventud que ha de emanciparse fuera del barrio, porque no volverán. El envejecimiento del barrio esconde una tragedia aún mayor, el colapso de nuestra comunidad.

- Población muy envejecida. El barrio no tiene capacidad para regenerarse. Más del 32% de la población es mayor de 60 años. El 9,36% es mayor de 80 años. El 63,7% de las personas de 65 años o más son mujeres, y en las de 85 o más el porcentaje asciende al 78,5%.

- 340 viviendas en riesgo de quedarse en desuso. 452 viviendas potencialmente vacías.

- 4,32 establecimientos hosteleros por cada 100 habitantes. El 30,2% de los habitantes vive en un área con una concentración superior a 6 establecimientos de este tipo a menos de 50 metros de distancia. Mientras el comercio al por menor desciende un 9,2%, la actividad hostelera ha aumentado un 5,7%.

- 190 viviendas turísticas, 62 pensiones, 3 hoteles y 2 más en construcción. El número de plazas de alojamiento turístico que se ofertan asciende a más del 20% de nuestra población.

- Gestión insuficiente de los residuos. Invasión de nuestra intimidad. Problemas de salud y medioambientales muy graves, con focos de ruido permanentes y múltiples en calles, portales, patios y viviendas.

- Invasión y privatización de hecho del espacio público. Banalización del paisaje histórico.

- Falta de equipamientos específicos para desarrollar proyectos estratégicos para sus residentes.

- Inacción municipal, falta de eficacia en el control y cumplimiento de las ordenanzas, de inspecciones y dejación de funciones.

La Parte Vieja transita en un viaje sin retorno. Definitivamente, se ha consolidado el parque temático. La Parte Vieja no es un barrio, sino una mera atracción turística. ¡Viva la ciudad de vacaciones! Soportamos lo que Lisa Wollmer llama «el nuevo colonialismo urbano».

Seguramente no faltará quien esté interesado en este aspecto para iniciar una aventura inmobiliaria que le reporte beneficios y presentarse como regeneradores del barrio que un día destruyeron. Al tiempo.

Las asociaciones vecinales no estábamos preparadas para este «enemigo global» y la opinión pública tampoco es consciente de la envergadura del problema y se ha perdido mucho tiempo, tiempo precioso antes de actuar.