Los efectos de la erupción del volcán Taal, que ya escupe lava, han llegado a la capital de Filipinas, Manila, cubierta por un halo de ceniza y humo tóxico que ha paralizado el frenético ritmo y congestionado el tráfico de la ciudad, a unos 60 kilómetros al norte. En torno a 25.000 personas han sido ya evacuadas, la mayoría en la provincia de Batangas. De ellas, unas 2.000 viven en las laderas del propio volcán, que forma una isla que emerge de las aguas de un lago con el mismo nombre, Taal. Son comunidades pobres que viven de la ganadería y la pesca. El artículo más buscado en las tiendas es un modelo de mascarilla con filtro recomendado por las autoridades. Es ya difícil de encontrar, y algunos comerciantes están especulando con su precio, ante lo cual el Gobierno ha amenazado con «cargos administrativos y criminales». Desde el año 1572 se han contabilizado 33 erupciones de este volcán, uno de los más pequeños del mundo. En 1911 murieron alrededor de 1.300 personas, mientras que dos centenares perdieron la vida en 1965.