Iñaki ZARATIEGI

LA LARGA SOMBRA DE LEONARD COHEN EN DISCOS, LIBRO Y DOCUMENTAL

El álbum «You Want It Darker» le acompañó al morir y el poemario «La llama» fue su epitafio. Leonard Cohen sigue generando interés con el disco póstumo «Thanks For The Dance» y el estreno del documental «Words of Love», que clausura hoy el festival donostiarra Dock of the Bay.

En setiembre de 2016, Leonard Norman Cohen cumplió 82 años, enfermo de cáncer. En octubre se publicó el disco de oscuro título “You Want It Darker”. El 7 de noviembre, y tras una caída nocturna, falleció en Los Angeles, California. Había nacido en Montreal, Quebec, en 1934. Primero novelista y poeta y luego cantautor de voz ronca y sosegada, con el amor, el sexo o la religión como temáticas centrales, enamoró a medio mundo y fue homenajeado por las nuevas generaciones.

Antes que Cohen se habían ido otros reconocidos músicos que protagonizaron el “renacimiento” pop de los años 60-70 y, como él mismo, algunos tuvieron energía y tiempo para despedirse. Por ejemplo Johnny Cash, con canciones como “In My Life”, “We’ll Met Again”, “Hurt”, “Redempion Day” o “Ain’t No Grave”, título genérico de su disco póstumo. Mikel Laboa concibió “Xoriek 17” como obra de despedidas y homenajes. David Bowie tituló su disco de adiós con el símbolo de una estrella negra e incluyó canciones y clips como la propia “Blackstar” o la impactante “Lazarus”.

También dejó aparentes guiños de despedida Freddie Mercury (Queen), con canciones de última hora tipo “Show Must Go on”, “These Are the Days of Our Lives”, “Let me Live” o “Heaven for Everyone”. Hay quien rastrea la muerte del suicida manchesteriano Ian Curtis en “Closer”, segundo y último álbum de Joy Division, con cortes como “Passover” y “The Eternal”. Y parecen siniestros los títulos del rapero Notorious B.I.G. “Ready to Die” y “After Death”, antes de morir asesinado, o el repetido juego con la muerte en sus canciones de los santurtziarras Jualma y Josu (Eskorbuto) antes de fallecer jóvenes.

Tuvo tiempo Cohen de elaborar su despedida desde casa, con la columna minada por la enfermedad. Lo hizo con su hijo Adam, su productor y mentor tras reivindicarlo él mismo en directo (cantó “So Long Marianne” en el donostiarra Kursaal en diciembre 2012, invitado por Rufus Wainwrigth). “You Want It Darker”, decimocuarto y último álbum de estudio, salió el 21 de octubre de 2016, dos semanas antes de morir.

Llama en la oscuridad

Era una nueva colección de susurros cantados ya en tono decrépito. «Si eres tú quien reparte las cartas, me salgo de la partida. Si eres tú el sanador, estoy cojo y hecho trizas...». «Estoy preparado, mi Señor… si lo quieres más oscuro, apagamos la llama». «Llego tarde, van a cerrar el bar donde solía tocar una maravillosa guitarra… No estoy solo, he conocido a unos cuantos que viajan ligeros como viajábamos nosotros». Toda una existencia cantándole a la vida y un sabio y bello final cantándole a la muerte.

En 2018 vio la luz el libro “The Flame” (“La llama”) con tres secciones: 63 poemas, las letras de sus cuatro últimos discos y una selección de entradas de cuadernos escritos durante toda su vida. Más el discurso al recoger el Premio Príncipe de Asturias y mails finales con su amigo poeta Peter Dale: «Estuvo genial. Que os vaya bien, queridos amigos. Todo el amor». Firmaba como Eliezer, su nombre original hebreo. Ilustraba el libro una colección de dibujos y autorretratos del escritor.

Antes de fallecer había dicho: «Estoy preparado para morir... Llegado a cierto punto, y si aún estás en tus cabales... tienes que aprovechar la ocasión de dejarlo todo atado... Dejar todo en orden, si puedes hacerlo, es una de las actividades más reconfortantes, de beneficio incalculable».

Su hijo Adam explicaba en el prólogo que Leonard no pudo ver el libro terminado, aunque se entregó en la tarea. «Durante el difícil periodo de su escritura enviaba mails de ‘no molestar’ a los pocos que solíamos pasar a verlo... Me comentaba que la escritura era su único consuelo, su verdadero propósito». Adam recuerda que siempre se topó con cuadernos de notas de su padre «hasta en la nevera, junto al vodka».

Gracias por el baile

De las trabajosas sesiones últimas, de las que se editaron nueve tomas en el disco, se han recuperado otras nueve canciones para el álbum póstumo “Thanks for the Dance”, publicado el pasado noviembre. Explica su hijo que Cohen le encargó que rematara una nueva grabación y la elaboró con una amplia lista de colaboradores, incluidos los catalanes Javier Mas, veterano acompañante del maestro a la guitarra y laúd, y Silvia Pérez Cruz a los coros.

Con portada de riguroso negro, la nueva obra arranca con la pureza de “Happens to the Heart”, alusión al budismo apoyada en un bello clip. El lamento de adiós “Moving on” es más minimal y de aire griego al buzuki. “The Night of Santiago” es la alegría flamenca del disco: una adaptación del erotismo gitano de Lorca en “La casada infiel” (Cohen buceó en la obra del asesinado poeta, llamó a su hija Lorca y se relacionó con Enrique Morente –disco “Omega”– a quien dedica un emotivo poema: «Cuando escucho a Morente mi vida se vuelve demasiado superficial para nadar en ella... me rindo a mi débil imaginación»).

El título que da nombre al álbum es un hermoso “gracias a la vida” en clave de vals a la mexicana. También es vals, pero terminal, “Its Torn”. La mini canción “The Goal” autorretrata la desolación del enfermo terminal. La dura “Puppets” muestra la falsedad humana: títeres alemanes contra marionetas judías. “The Hills” es un épico himno de esperanza y redención. La despedida “Listen to the Hummingbird” es el humilde epitafio de quien ha vendido 23 millones de discos: «Escucha al colibrí... a la mariposa... escucha la mente de Dios. No me escuches a mí». El disco es una temblorosa emoción de honda belleza poética ante la muerte.

Amor a la griega

A la par que salía esa grabación póstuma, el año pasado se anunció el documental “Marianne & Leonard: Words of Love” que se estrena hoy en Euskal Herria en la jornada de clausura del festival Dock of he Bay (Teatro Principal, Donostia, 19.45h.). Lo firma el veterano británico Nick Broomfield (con filmes sobre Kurt Cobain-Courtney Love, Notorious BIG-Tupac Shakur o Whitney Houston) y recapacita sobre la relación entre Cohen y la noruega Marianne Ihlen. El norteamericano y la nórdica se conocieron en 1960 en la isla de Hydra. Cohen había descubierto la belleza de la costa griega y Marianne estaba de vacaciones con su pequeño, hijo del escritor nórdico Axel Jensen.

Iniciaron una relación mundialmente publicitada en la canción “So Long Marianne”, del álbum de debut “Songs of Leonard Cohen” (1967) en el que ella aparece en la casa griega en la foto de contraportada. También “Bird on a Wire” o “Hey, That's no Way to Say Goodbye” tendrían que ver con Marianne.

Broomfield (que conoció con 20 años a Marianne en Hydra y fue su amigo íntimo) se interna en la vida personal, familiar y profesional de Cohen en base a la problemática relación del autor con su musa que duró siete años.

En Hydra ambos compartieron compañía artística con otros creadores. Por aquel entonces Cohen tenía dificultades para terminar su novela “Beautiful Losers” y estaba a punto de abandonar la vía literaria por la musical. El documento emplea, lógicamente, toda imagen vieja que se haya conseguido reunir y recaba la opinión de una amplia gama de testigos de aquellos años, incluidos los dos protagonistas.

La obra hace balance de los tiempos bohemios de supuestos amor y drogas sin trabas y trata de mostrar la dificultad de la relación de la pareja a sabiendas de que Cohen fue un depresivo que buscó la luz con relaciones libres y hasta recluyéndose en un monasterio zen. Él mismo se describe como «un egoísta que se pasa la vida escapando… que hacía sufrir a quién me rodeaba porque siempre conseguía huir».

Marianne, por su parte, habla en sus declaraciones de «dos refugiados que huíamos de nuestras vidas y nos encontramos cara a cara». Su amor tuvo un imposible desarrollo en la distancia Nueva York-Oslo y ella recuerda la luz griega («nos bañábamos bajo el sol, hacíamos el amor, bebíamos y discutíamos»), pero también su aborto, sola, en Inglaterra; la irrupción en la casa de Hydra de una nueva pareja (Suzanne) y hasta sus intenciones suicidas.

Marianne Ihlen murió de leucemia en julio de 2016, con 81 años, y Cohen unos meses después, con 82 y de similar enfermedad. El cantante le había enviado una carta de adiós: «Hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto… Solo quiero desearte un buen viaje… te veré por el camino».