Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista
AZKEN PUNTUA

La piel de los ofidios

La cuestión venezolana obliga a repasar ciertos pasajes históricos con la conciencia despierta. Es una cuestión más que opera como catalizador o medida de la honestidad política. Leo hoy esta frase de Felipe González sobre Venezuela: «La democracia ha desaparecido y ha sido sustituida por una dictadura tiránica que ha convertido a la República en un Estado fallido… Así se lo he reiterado a Juan Guaidó, con el que mantengo comunicación». Un Estado fallido... El Sr. González no explica esta aseveración. El chavismo llegó al poder mediante el respaldo popular, pero la ‘casta’ de los estancieros –¿verdad, Sr. González– hizo que los bienes esenciales que mantenían a Venezuela fueran expulsados de los mercados en un juego de depreciaciones para embridar al pueblo mediante la pobreza. Lo fallido no fue el Estado chavista de las clases populares sino una democracia torpedeada desde Washington. Esto es lo que ha comprobado el Sr. Zapatero, un dolido muchacho del socialismo dinamitado. Y esto es lo que he obtenido tras introducir el catalizador en el socialismo que cabalgó usted en Suresnes, aquel congreso que sepultó al socialismo del exilio y cuya última y revolucionaria resolución «reconocía el derecho de autodeterminación de todas las nacionalidades ibéricas». ¿Recuerda, Sr. González? En mis lecturas tropiezo con que los ofidios cambian de camisa para seguir viviendo.