Natxo MATXIN
BALONMANO - CAMPEONATO DE EUROPA

El juego coral hispano le permite reeditar título

Como en el Mundial de 2005, España volvió a ganar a Croacia, aunque esta vez en un duelo más apretado.

ESPAñA 22

CROACIA 20


Se repetía en el Tele2 Arena de Estocolmo la final del Mundial de 2005, con grandes alicientes en juego, la reedición del título por parte de los españoles o el estreno croata en un Campeonato que se les resiste. Finalmente, ocurrió lo primero, aunque, a diferencia de lo hace 15 años, el duelo estuvo mucho más igualado y solo se decidió en los dos minutos finales.

Un siete metros transformado por el impasible Aleix Gómez y un lanzamiento de cadera de Álex Dujshebaev decantaron la balanza del lado de los de Jordi Ribera, ante una Croacia que exprimió su condición física tras la desgastadora semifinal ante Noruega, acabando medio cojo Domagoj Duvnjak –MVP del torneo– y con una presencia testimonial de Luka Cindric.

Pese a ello, fueron los balcánicos quienes comenzaron más fuertes el duelo, llevando la iniciativa en el luminoso prácticamente durante toda la primera mitad. Los de Lino Cervar acometieron con solvencia y eficacia la defensa 5-1 planteada por el lado español, con el central del Kiel ejerciendo de director de orquesta, apoyado por una enardecida hinchada.

Ese buen hacer llevó a los croatas hasta un 7-10 en el minuto 19 que hizo saltar todas las alarmas en el banquillo de Jordi Ribera. El técnico catalán se vio obligado a pedir un tiempo muerto para corregir su estrategia y enderezar la dinámica del encuentro. Varió a defensa de 6-0 y el envite dio un vuelco radical. Croacia estuvo más de diez minutos sin anotar y el conjunto hispano remontó el choque con un 12-11 al descanso.

Igualado final

Tras el receso, ocurrió justo lo contrario. Quien mejor entró en la contienda fue España, que en poco más de dos minutos le infligió un parcial de 4-0 a su rival para plantarse con un 16-12 que parecía encaminar la final. Sin embargo, el marcador adverso espoleó más a los balcánicos que serenó el juego hispano. Conscientes de la magnífica oportunidad para estrenar sus vitrinas con un título que no poseen, apretaron atrás y consiguieron que los de Jordi Ribera no viesen portería durante más de ocho minutos.

Ello les permitió no solo recortar diferencias, sino obrar el revolcón a falta de menos de seis minutos para la conclusión, con un 18-19 que resucitó a su entregada afición. Incluso la coyuntura se les puso más favorable cuando, instantes después, se quedaron en superioridad numérica ante la exclusión de Raúl Entrerríos.

Por contra, nada de esto supieron aprovecharlo para marcar distancias, llegando a un equilibrado 20-20 a solo dos minutos para el final. La falta de oxígeno y los nervios aceleraron las pulsaciones de un tramo decisivo que los de Ribera supieron gestionar mejor en un encuentro marcado por las defensas y las porterías.