Amaia EREÑAGA
BILBO

Kirk Douglas o los claroscuros de la fábrica de sueños de Hollywood

Junto a Stanley Kubrick protagonizó y produjo algunos de esos títulos que hacen al cine grande, como «Espartaco» y «Senderos de gloria». Kubrick se fue hace décadas, pero Douglas le sobrevivió... a él y a casi todos los directores con los que trabajó. Llegó hasta los 103, ahí es nada. Con su muerte desaparece el último de los astros de la etapa dorada de Hollywood, una estrella con claroscuros, como su antimacarthismo o unos rumores sobre abusos sexuales.

Es difícil resumir la biografía de alguien que ha sido tanto, ha tenido tanto y, posiblemente, ha tenido que esconder tanto como Kirk Douglas. El «hijo del trapero», como se definió en su autobiografía, era más bien un superviviente, y no solo porque, hasta ayer, consiguiera ganarle la partida al tiempo al superar el siglo de vida, sino también porque, aunque fuese una de las grandes estrellas de la fábrica de los sueños, Hollywood no le reconoció en activo una carrera en la que figuran más de ochenta películas. Recibió tres nominaciones para el premio Óscar y siempre se quedó en capilla.

El actor del hoyuelo más famoso del cine –«espero que mi atractivo se deba a algo más que a mi mentón», advirtió cuando su carrera estaba próxima a acabar en los 80– recibió un Óscar honorífico en 1996, con el que se intentó remediar un descuido histórico. En su larga carrera había trabajado con los grandes: Vicente Minnelli, Billy Wilder, Howard Hawks, John Huston, Joseph L. Mankiewicz, Elia Kazan, Richard Fleischer, Stanley Kubrick y Brian De Palma.

Nacido como Issur Danilovich Demsky en un pueblecito del estado de Nueva York el 9 de diciembre de 1916, Izzi, como le llamaban en casa, se lo cambió por un más asimilable Kirk Douglas. De origen ruso y judío, recordaba que sus padres eran unos emigrantes «pobres y analfabetos» que llegaron a EEUU, en 1908, para evitar el reclutamiento del padre en la guerra ruso-japonesa. Como a los judíos les estaba prohibido trabajar en las fábricas, su padre se hizo trapero.

Su biografía habla de antisemitismo, de un padre alcohólico y de violencia. El único hijo de los seis que tuvieron, el resto eran chicas, destacaba en los deportes, pero le tiraba la interpretación. Tras debutar brevemente en los escenarios de Broadway y después un parón por su reclutamiento en la Marina en la segunda Guerra Mundial –se licenció con honores– empezó a ser llamado por Hollywood, que buscaba rostros rudos para las escenas de acción. Pasaría por fin de actor secundario a protagonista con “El ídolo de barro” (1949), donde se metió en la piel de un boxeador y este fue el punto de arranque de la década más brillante de su carrera, concentrada en los años 50.

Un vikingo en Donostia

Sobre todo protagonizó películas de género fantástico y épico, como “20.000 leguas de viaje submarino” (1954), “Los Vikingos” (1958) –ganó el premio de interpretación en la sexta edición de Zinemaldia, el mismo año en el que competía “Vértigo”, de Hitchcock– y, cómo no, la célebre “Senderos de Gloria” (1958), dirigida por Stanley Kubrick, con la que arrancó una colaboración que les dio grandes títulos y no pocos dolores de cabeza. Cuando ya había comenzado el rodaje de “Espartaco” (1960), Douglas, que era el productor ejecutivo, despidió a An thony Mann e impuso que Kubrick se encargara de la dirección. Dalton Trumbo, en las listas negras por ser comunista, se encargaría del guión. Douglas fue siempre un acérrimo partidario de los demócratas y decía que vivía «encolerizado contra las injusticias». Bueno, también lo debía de verbalizar: «Por mi franqueza al hablar, he sido durante mucho tiempo el más detestado de Hollywood».

El rodaje fue de todo menos agradable y Kubrick años después confesaría que la película la consideraba un fracaso personal aunque la taquilla y el tiempo consagraron este peplum, convirtiéndolo en un clásico.

En “El loco del pelo rojo” (1956), donde interpretó al pintor Vincent Van Gogh, había conocido a su segunda mujer, Anne Buydens con la que siguió hasta su muerte. Antes había sido considerado uno de los grandes Casanovas de Hollywood... y desde entonces le persiguió también un rumor terrible sobre el que nunca se pronunció. En 2012, el actor Robert Downey Jr. dio detalles sobre una historia que circulaba en los mentideros de Hollywood según la cual, en los 50, cuando la actriz Nathalie Wood era menor de edad fue violada por Douglas en sus oficinas.

Tras su muerte, el legado interpretativo, y de hecho sanguíneo, de Kirk Douglas sigue hoy presente en su hijo Michael Douglas, nacido de su primer matrimonio, otros dos hijos productores y su nieto Cameron, también actor.