Nora FRANCO MADARIAGA
Opera

El pago de una deuda

Llegaba a ABAO este sábado una obra incomprensiblemente inédita en Bilbo, “La Fanciulla del West”, y lo hacía con una producción espectacular, como si de un wéstern de aquellos rodados en Technicolor se tratase. Totalmente fiel al imaginario de las viejas películas del oeste, a la escenografía de Hugo de Ana no le falta detalle: desde las botellas rotas en la pelea en el saloon, hasta el famoso nudo corredizo de la soga del ahorcado, pasando por la ineludible diligencia, el molino de viento para sacar agua o la oxidada vagoneta de mineral.

Y lo cierto es que la ópera compuesta por Puccini lo merece: una partitura de intensa fuerza dramática, orquestación colorista y atrevida armonía, probablemente en la cima del lenguaje pucciniano, que sostiene un argumento de cierto exotismo pero de profundo componente humano; una obra de innegable riqueza que Caballé-Domenech controló –no sin ciertas dificultades iniciales– y llevó a buen término, a pesar de toda su complejidad y de dejarse en el camino parte de esa generosidad orquestal que la caracteriza. La OSE respondió a su estudiado gesto con esmero, destacando el trabajo de la cuerda, especialmente vibrante y dedicada.

El elenco, particularmente numeroso, colaboró tanto en actitud teatral como en disposición canora. Destacable el trabajo del barítono Manel Esteve como Sonora, de canto enérgico y expresivo. Igualmente notable el tenor Francisco Vas en su papel del camarero Nick, con una exigente presencia escénica.

El sheriff Jack Rance, interpretado por Claudio Sgura, cantó con voz amplia, cálida y adelantada, de agudos bien resueltos –aunque graves menos voluminosos– y elegante fraseo. Sobresalió en su faceta actoral, principalmente en su escena con Minnie en el segundo acto.

El tenor italiano Marco Berti en el rol de Dick Johnson (el bandido Ramerrez) lució una voz carnosa, muy timbrada, de gran potencia y fácil emisión. Desarrolló su personaje de menos a más tanto en voz como en interpretación, por lo que se echó de menos un canto más expresivo que reservó, sin embargo, para la bellísima –y difícil– aria “Ch’ella mi creda libero e lontano”.

Pero la verdadera protagonista de la ópera es, sin duda, la tierna y valiente Minnie, magníficamente encarnada por la soprano Oksana Dika, quien derrochó dotes dramáticas para dar vida a este personaje tan complejo y, al mismo tiempo, tan real. Con un timbre muy personal, su voz es poderosa y vehemente y líricamente descriptiva. Salva con arrojo las numerosas dificultades técnicas del papel y se yergue, rifle en mano, como una gran heroína para pagar con orgullo y pundonor esta deuda que ABAO tenía con Puccini.

Honi buruzko guztia: Opera