Una irreventerente vuelta de tuerca al mito de Odiseo
La historia del regreso de Odiseo al reino de Ítaca tras una ausencia de veinte años es conocida principalmente gracias a la “Odisea”. En el relato homérico, tras la marcha de Odiseo a la guerra de Troya, Penélope se las compone –mientras teje y desteje incansablemente su tapiz– para conservar el reino, criar a su hijo descarriado y mantener a raya a una caterva de pretendientes. Cuando Odiseo regresa a casa mata a los pretendientes de Penélope y, curiosamente, también a doce de sus doncellas. Esta es la historia que conocemos. Pero Margaret Atwood, siempre tan genialmente irreverente y lúcida, da una vuelta de tuerca al mito y nos cuenta la historia a través de las voces de Penélope y las doce criadas ejecutadas. Penélope nos habla desde el reino de Hades, el reino de los muertos, desenrollando una clase distinta de hilo: su propia versión de la historia –«ahora que estoy muerta lo sé todo»–; y las doce criadas forman un coro que canta y recita. Penélope nos habla de sus orígenes, de su matrimonio, de los escandalosos rumores que circulaban sobre ella; también de Helena, su prima, la «insultantemente» hermosa Helena de Troya. Es una Penélope poderosa, decidida, muy distinta a la devota, sumisa y silenciosa esposa de la que nos habla Homero. Pero no solo Penélope se rebela, también lo hacen las doce criadas, que no solo se encaran a Odiseo sino a todo ese mundo al que se vieron obligadas a servir –«no nos dieron voz/ no nos dieron nombre/ no nos dieron elección/ nos dieron una cara/ una sola cara»–. Un libro poderoso, cortito, que se lee de un tirón, y al que querrás volver una y otra vez.