Mikel INSAUSTI
PELÍCULAS PARA UNA CUARENTENA

Un futuro distópico y clasista bajo cero

El apoteósico triunfo del cineasta coreano Bong Joon-ho en los Óscar con “Parásitos” (2019) ha hecho que todas las plataformas digitales quieran hacerse con su filmografía completa, toda ella igual de interesante, desde su primera película descubierta en Donostia hasta la última, dentro de una progresión constante. “Snowpiercer” (2013) es un título clave en esa evolución, en la medida en que se trata de la producción más ambiciosa del cine coreano, con un coste de casi cuarenta millones de dólares y una recaudación mundial alrededor de los noventa. De ahí que a su estrella habitual Song Kang-ho la rodease de un reparto internacional de lujo, muy pertinente desde el punto de vista argumental, puesto que había que representar a la población del planeta con sus distintas etnias.

“Snowpiercer” (2013) pone al día, en consonancia con la actualidad del cambio climático, el cómic que el guionista Jacques Loeb y el dibujante Jean-Marc Rochette crearon en los años 80 con el título original de “Le Transperceneige”. Su planteamiento distópico plantea una nueva era glacial en el año 2031, como consecuencia de experimentos fallidos para intentar bajar las temperaturas. El resultado es un bloque de hielo y nieve con la humanidad confinada a bordo de un tren que nunca se detiene, y cuyos vagones han sido ordenados de cola a cabeza de acuerdo con las diferencias de clases sociales. La intensa narración consiste en la odisea épica del pueblo que intenta alcanzar la sala de máquinas.