La maldición del animal doméstico
El autor, profesor de geografía en la Universidad de California, comienza su obra con una pregunta que se retrotrae a los tiempos en que era investigador de campo en Nueva Guinea. Allí, uno de los naturales del país quiso saber por qué el hombre blanco había llegado a la isla cargado con tan valiosos pertrechos y por qué ellos apenas pudieron ofrecer nada. La pregunta es de una simplicidad engañosa y Jared Diamond necesita más de quinientas páginas para responderla. En las antípodas de respuestas simples y supremacistas, Diamond demuestra que lo decisivo es el entorno. La capacidad de producir alimento y de domesticar animales va de la mano de organizaciones sociales complejas, de desarrollar una escritura y una tecnología superior en todos los órdenes. Y en este largo proceso la latitud es determinante, ya que posibilita un intercambio comercial y de tecnología solo posible en climas relativamente parecidos.
Mientras que América y África tienen un eje norte sur, Eurasia lo tiene este oeste, lo que a la larga hizo posible su supremacía. Los euroasiáticos contaron también con animales domésticos inexistentes en América, Australia o África. Su uso como bestias de carga, como reserva de proteínas o armas de guerra marcó la diferencia. Con los animales llegaron también las pestes a ellos asociadas: cólera, viruela y sarampión.
La milenaria convivencia con las cabañas de ganado acabó inmunizando a los euroasiáticos frente a poblaciones indígenas que sucumbieron por millones al carecer de defensas frente a los gérmenes ajenos. El entorno escribió la Historia.