Koldo Campos
Escritor
AZKEN PUNTUA

Hasta que llegue el verano

Antes de que el virus pusiera aún más al descubierto las carencias de las residencias de mayores, la falta de personal ya era alarmante. La pandemia ha acentuado esas carencias. Pesa en el ánimo de los residentes el confinamiento sin visitas, pesa, aunque se entienda, porque se extrañan y duelen los paseos, las canciones, los cuentos y las risas y las pastas que ya no hay. Y pesa el confinamiento, aunque se acepte, porque nadie se ha preocupado de compensar con más atención y afecto ese angustioso vacío que ha quedado en quienes, en muchos casos, ni siquiera entienden la razón de su soledad y que tampoco hoy haya venido la familia.

El personal de trabajo por más que se empeñe, y se empeña, no puede dar abasto. Detrás de los cristales, en su silla de ruedas, alguien mira y espera que cuando llegue el urbano baje su hijo, y otro aguarda sentado a que reparta cartas alguien que no juega, que no está. Incertidumbre y miedo en medio de esta concurrida soledad. Y no hay test hasta que después de ocho días infectando a los demás completes todos los síntomas, cuando ya tu cuerpo hable por ti y si acaso no es mudo. En una semana más se amplia la remesa para que los test confirmen o desmientan. Creo que son muy caros. Como ropa de invierno nos quieren en el armario hasta que llegue el verano.

(Preso politikoak aske)