Ramón SOLA

Madrid deja pasear a los niños tras haberlos mandado «de compras»

El Gobierno español protagonizó ayer una sonora rectificación, de 180 grados, en seis horas que siembran muchas dudas sobre su estrategia para abordar la pandemia. Fue entre las 14.30, cuando la portavoz María Jesús Montero compareció para anunciar sorprendentemente que el «alivio del confinamiento» a los menores consistiría en dejarles solo ir de compras con sus padres, y las 20.30, cuando el titular de Sanidad, Salvador Illa, salió a la palestra de urgencia para afirmar que se les permitirá pasear desde el domingo.

La rectificación fue completa, porque Montero había dejado claro que pasear sería una de las cuestiones vetadas. «Supermercados, farmacias y entidades bancarias» fue el enunciado de los sitios expresos a los que podrían acudir los menores. Y por un segundo detalle fundamental: mientras la portavoz dijo que las salidas no tendrían limitación temporal alguna, remachándolo con un tajante «no habrá nadie con un cronómetro», Illa habló de paseos «cortos y controlados».

Lo finalmente determinado se ajusta tanto a las filtraciones previas como a la posición de los expertos a los que había pedido un informe el Gobierno español. Lo estrambótico estaba en la comparecencia de mediodía, en la que no hubo una explicación clara de esa decisión, que desde un punto de vista epidemiológico más parecía destinada a facilitar contagios que evitarlos. De hecho, nada más hacerse pública las redes sociales hirvieron con mensajes de madres y padres que anunciaban su renuncia a salir de casa con sus pequeños para acudir a lugares cerrados y, evidentemente, de riesgo.

María Jesús Montero argumentó que, al haber permanecido los niños y niñas tanto tiempo seguido en las viviendas (43 días este domingo), se entendía que sería muy extraño que hubiera menores infectados y en consecuencia no extenderían el virus (en un primer momento, cabía entender).

La única hipótesis realmente válida para explicar tal decisión era que el Gobierno estuviera apostando por una estrategia velada de contagios controlados, en busca de la «inmunidad de grupo» que en su día esgrimieron líderes como el británico Boris Johnson antes de acabar corrigiéndose a sí mismos. Esta percepción corrió a velocidad de vértigo en esas seis horas, hasta que el Ejecutivo sacó al ministro a escena y la cortó de raíz.

Unanimidad política en contra

Entre tanto, el Gobierno acaparó críticas de todos los sectores del arco político. Desde el PP –que por boca de su presidente, Pablo Casado, salió minutos después de Montero para «pedir al Gobierno, también como padre de dos pequeños, que rectifique y les permita dar paseos cortos por zonas abiertas»– hasta EH Bildu –el diputado Oskar Matute anticipó que «ya está tardando el Gobierno en rectificar» y su grupo presentó una propuesta de resolución para que cada comunidad autónoma pudiera decidir el modo de desconfinamiento–.

Dentro del Gobierno español, lo más significativo –aparte de la incómoda posición en que queda su portavoz– fue la irrupción del líder de Unidas Podemos en plena rueda de prensa de Illa. Nada más iniciarse la rectificación, Pablo Iglesias tuiteó: «Niñas y niños deben poder salir a la calle para respirar al aire libre, con paseos cortos y controlados. Es de sentido común. Con esta medida se consigue un equilibrio entre la protección frente a la pandemia, y el bienestar emocional de los niños y las niñas».

El «zasca» de Iglesias a Illa fue tan rotundo como la rectificación de Illa a Montero. Hasta el punto de que el ministro de Salud fue preguntado por el tuit antes de acabar la rueda de prensa... y despejó el balón del modo más inverosímil, intentando negar que se hubiera producido un giro en la posición del Gobierno y argumentando que era solo una especie de clarificación.

Ahora, a esperar detalles

Volviendo a lo realmente importante, la situación de los menores, la urgencia del paso atrás del Ejecutivo Sánchez provoca que en este momento se desconozcan los detalles de cómo se materializará finalmente el inicio del desconfinamiento. Ni siquiera está claro el día: Montero, como antes Pedro Sánchez, había hablado del lunes 27, pero Illa lo ha fijado este domingo.

El ministro catalán se limitó a decir que se permitirán paseos, además de acudir a los citados «supermercados, farmacias y entidades bancarias» si así se desea o hace preciso. Pero no hay más concreciones, contrariamente al detalle con el que había intervenido Montero seis horas antes y evidenciaba que había un criterio claro en ese sentido.

Así, Montero detalló que esa modalidad de «alivio» era aplicable a menores de hasta 14 años; que no incluía andar en bici o en patinete; que no se podría salir a la calle con una cuidadora u otra persona con la que el menor no resida habitualmente; y que la mascarilla está recomendada, pero a sabiendas de que «en los pequeños es menos eficiente porque se tocan la cara, se la quitan, se la ponen...».

La pregunta consiguiente es ¿siguen vigentes todos estos criterios o serán igualmente rectificados? Habrá que esperar para saberlo. Salvador Illa pidió tiempo. En ocasiones precedentes, a las modificaciones en la implementación del estado de alarma se les ha puesto letra pequeña en el Boletín Oficial del Estado.

Catalunya y la descentralización

De rebote, esta rectificación potencia la posición de Catalunya, cuya Generalitat ha esbozado un plan de desconfinamiento (coordinado por el infectólogo Oriol Mitjà) cuyos criterios quedaban totalmente contradichos por el anuncio de Montero.

Así, el plan catalán prioriza las salidas al aire libre, incluso con toda la unidad familiar, pero por tiempo limitado y en una horquilla cronológica diaria fija, mientras que la decisión inicial del Gobierno español hacía justo lo contrario: reducir las salidas a recintos cerrados, limitar a uno el acompañante y permitir todo el tiempo que se deseara.

En el debate subyacente tras este sonoro patinazo ganan peso también quienes sostienen que el desconfinamiento debería ser decidido de modo descentralizado. Algo que Pedro Sánchez dijo el sábado que estaba dispuesto a hacer («asimetría» fue el término exacto planteado), pero que no tenía reflejo alguno en el planteamiento de la portavoz. En la solicitud de prórroga que votará el Congreso, esto aparece citado solo como opción.