Ane RUIZ DE OTXOA
LIBROS PARA UNA CUARENTENA

Hay muchas ciénagas en palacio

El hispanista británico Paul Preston rastrea en su obra “Un pueblo traicionado” la corrupción y los manejos clientelistas de la clase política española. Y aunque el trabajo resulte ímprobo, por la anchura y hondura que alcanza, seguirle el rastro no parece tan difícil debido al potente y nauseabundo olor que la delata.

Preston se remonta hasta 1874 a los tiempos de la Restauración borbónica cuando el poder se repartía entre los liberales de Sagasta y los conservadores de Cánovas. Continúa por un paisaje variopinto pero monótono en su previsibilidad y por el que desfilan caciques, señoritos, aristócratas, militares y obispos.

Hay nombres propios que menudean en la primera parte del libro: Sanjurjo y Primo de Rivera, por ejemplo. Y otros que se hacen con el hilo argumental durante numerosas páginas como el ampliamente denostado Alfonso XIII, cuya vida frívola corrió pareja a sus desastrosas intervenciones en el gobierno de la nación.

Antes de llegar a la gran cicatriz de la Guerra Civil, la II República es retratada como un periodo convulso veteado de esperanzas que a la postre resultaron trágicas.

Personajes como Largo Caballero o Juan March salpimentan un relato aciago. Aunque, sin duda, el abismo más profundo se alcanza en la larga y ominosa posguerra que se alimenta de humillación y depravación a partes iguales. En opinión de Preston, la llamada Transición alumbró un periodo nuevo aunque algunas e importantes luces fueron ensombreciéndose con los escándalos de corrupción que han afectado a la clase política en los últimos años, con la monarquía al frente.