Miren ARTETXE
LIBROS PARA UNA CUARENTENA

Un mundo en el que los corzos tienen voz

La catalana Irene Solà es, a sus 30 años, una activa y reconocida artista, pero también una escritora que sorprende con cada uno de sus trabajos, en los que arriesga en el estilo y juega con el lenguaje. A la hora de crear, no separa la producción plástica de la literaria, y ambas facetas tienen una relación más que cómplice. “Canto yo y la montaña baila” (Canto jo i la muntanya bala, en su versión original) es su tercer libro, galardonado con el Premi Llibres Anagrama. Los anteriores, el impactante poemario “Bèstia” y la novela “Els dics”, fueron reconocidos también con sendos premios, el Amadeu Oller y el Documenta respectivamente.

Ambientada en el Prepirineo catalán, esta novela que traemos hoy aquí aborda un mundo rural donde todos los elementos tienen voz propia. Hablan las personas sí, pero también los animales, las nubes, la nieve, las setas, la propia montaña, e incluso seres mitológicos como las ninfas de agua, o fantasmas muy apegados a la tierra. La novela arranca con el impactante relato de unas nubes cargadas de lluvia, que cuentan cómo uno de sus rayos mató a Domènec, el payés-poeta; y continúa con una polifonía de voces que se interrelacionan y dan cuerpo a la historia, que habla de la vida en ese recóndito lugar, donde la naturaleza es, inevitablemente, parte de las mismas personas que lo habitan.

Una novela atrevida, en la que Irene Solà nos sumerge en un mundo mágico, fantástico, en una realidad que parece irreal. Una novela con un punto de irreverencia, muchas miradas y perspectivas, que nos atrapa desde la primera línea.