Atenko Araiz Pascual
Profesor de secundaria y jefe de estudios del IES Beurko
KOLABORAZIOA

Vuelva a clase ahora (sin aglomeraciones)

La premura con la que la consejería de Educación del Gobierno Vasco decreta la vuelta escalonada a clase en los niveles de 4º de la ESO, Bachillerato y últimos cursos de ciclos formativos de Formación Profesional del País Vasco a partir del 18 de mayo, después de la suspensión de las clases por la pandemia de la covid-19, sin que las direcciones de los centros tengamos noticia de plan preventivo alguno a menos de diez días vista de dicha reincorporación, anuncia un desastre organizativo y docente que conviene que conozcan alumnos y familias, a fin de que sopesen si verdaderamente el riesgo compensa.

Abordemos primeramente la cuestión de los horarios: para evitar aglomeraciones se nos exige que los niveles incorporados tengan horas de entrada y salida escalonadas y que sus horas de patio no sean coincidentes; de facto, una reorganización del horario para mes y medio que pretende una virguería: simultanear sin solapamientos dos, tres y hasta cuatro horarios distintos según la cantidad de niveles distintos que se incorporaran en un mismo centro, a ser cumplidos por profesores que en su mayor parte dan en varios de estos niveles. De poder organizar semejante arabesco horario en menos de dos semanas, no es difícil prever su desembocadura: reducción de la duración de las sesiones de clase para evitar solapamientos a extremos que pudieran convertirlas en inoperantes y enloquecimiento de un profesorado que, en muchos casos, tendría que pasar casi sin solución de continuidad de clases presenciales a telemáticas y tiro porque me toca.

Y de lo temporal a lo espacial: la exigencia de separación de metro y medio entre alumnos en las aulas. Esto no será posible en las instalaciones de la mayoría de los centros, por lo que de suyo se planteará en muchos de ellos la necesidad de desdoblar grupos en una misma asignatura por diferentes aulas; ¿cómo podría impartírsela el profesor o profesora de turno? ¿Desplazándose de un aula a otra continuamente? Porque de contratar a personal docente suplementario para cubrir este tipo de contingencia, como siempre, no tenemos noticia. Pero, al hilo del uso preventivo de los espacios, cabe subrayar, más allá de lo docente, el desconocimiento de los hábitos ambulatorios de los alumnos, por no hablar de la ingenuidad que revela querer evitar aglomeraciones en el patio con horas de recreo distintas para cada nivel. En la mayoría de los centros los alumnos de estas edades pasan el recreo fuera de su recinto. ¿Quién se va a ocupar de que en ese lapso los alumnos guarden entre sí las distancias debidas? Solo estableciendo la obligatoriedad de no salir del centro y una supervisión de corte policial permitiría el control de esta contingencia, y aun a costa de convertir el recreo de un centro educativo en un remedo de patio carcelario.

A vuelapluma, estos son algunos de los muchos contratiempos en el plano docente-organizativo que, previsiblemente, nos esperan. Es por esto que plantear esta reincorporación a las aulas a menos de dos semanas vista sin haberla trabajado previamente con las direcciones revela una incuria por parte de la Consejería que adquiere proporciones escandalosas cuando se piensa que se está jugando con la salud de la gente sin ni siquiera estar asegurada una docencia en condiciones.

A no ser, claro está, que no sean los intereses educativos los que verdaderamente concurran en todo esto. Porque lo que usted tiene en mente es solo la educación de nuestros alumnos, ¿no, señora consejera?