Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Rompo con todo

Hola Igor, soy Nerea. Tengo 49 años y vivo en pareja, sin hijos. Por elección propia y no estoy arrepentida. Estos días han sido más propicios para pensar, quien más quien menos, y para hacer balance. Y yo me he dado cuenta de que llevaba confinada bastantes años antes de comenzar esta pesadilla. Con mi pareja todo va bien, pero no es suficiente. Me siento muy idiota, tanto trabajar, tanto perseguir el reconocimiento para que, en una situación como esta, darte cuenta de que tu vida era algo artificial. Porque las amistades del trabajo, son eso, de trabajo, y cuando este acaba, se terminan. El sentimiento de soledad es enorme y creo que mi pareja no lo entiende. ¿Cómo tendría que enfocarlo? ¿Tengo que romper con todo?.

Hola, Nerea. Lo que compartes tiene muchas implicaciones. Supongo que quién más y quién menos ha tenido que revisar lo que dábamos por sentado antes de que todo esto empezara. Desde el sistema que hemos montado, que demuestra de nuevo sus enormes limitaciones para protegernos, hasta las relaciones de intimidad o incluso con uno mismo, el trabajo, la pareja… Todo se ha puesto a prueba estas semanas y estoy seguro de que mucha gente se ha planteado cosas similares a las que traes.

A veces pensamos en la vida como una línea de hechos consecutivos, y todo a nuestro alrededor nos dirige a un recorrido marcado por nuestra historia (cada uno los suyos, a su modo). Sea como fuere, probablemente con lo que nos confronta toda esta situación es que las cosas que tenemos no duran para siempre, que la gente se va, que nuestro estatus cambia… Y a menudo, más allá de nuestro control.

No sé si se trata de romper con todo ni de conformarse con todo, pero es evidente que la vida no culmina en un trabajo, una pareja y una familia. Es evidente que cuando hoy notamos la disonancia, probablemente sea un toque de atención a nuestra inercia, a cómo hemos desoído ciertos anhelos importantes, quizá profundos, personales, identitarios, en un avance sin consciencia de elecciones en apariencia, inevitables.

La insatisfacción es una estupenda señal para planificar lo que queda por delante, siempre que no se convierta en impulsividad, represión o motivo para sentirse culpables de ser más libres, o de elegir conscientemente. Las crisis, como hemos oído mil veces, son oportunidades. Lo que notas es importante y merece la pena escucharlo, para negociar después con la realidad.