Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Nuevo contrato

Soy Lourdes, madre de dos niños de 5 y 8 años. Mi marido y yo trabajamos en la misma empresa. Cuando se nos dio la posibilidad de hacer teletrabajo, decidimos que yo me quedaría, ya que él tiene más responsabilidades y mi trabajo es más fácil de hacer desde casa. Hago malabares, estoy a tres bandas y cada día estoy más nerviosa. No consigo dormir y, claro, al día siguiente estoy agotada. La médica me ha recetado pastillas. Me siento muy mala madre y discuto con mi pareja como nunca lo habíamos hecho. No sé cómo organizar esta pesadilla, ¿es normal sentirme tan frustrada?

Hola, Lourdes. Supongo que siempre es normal sentirse como uno se siente, dadas las circunstancias. En circunstancias similares mucha gente se sentiría así. Lo complicado de esta situación es que no hay manera de pausarla para recomponer todo lo que, desde hace semanas, se nos viene descuadrando. Para empezar, no se trata tanto de intentar de mantener la organización como estaba, haciendo pequeños ajustes, porque dicha organización correspondía a otro escenario que ya no existe. Tanto las empresas como las familias, las parejas y los individuos tenemos que manejar toda una suerte de efectos de los que no somos conscientes pero influyen acumulativamente. Por ejemplo, pasar de un ocho a un setenta por ciento de teletrabajo, sin la experiencia ni los recursos, genera una gran cantidad estrés que termina por acumularse en el cuerpo junto al esfuerzo de inventarse nuevas maneras de hacer en otros escenarios.

Nos demos cuenta o no, podamos con ello o no, la gestión de tiempo en casa, la falta de estímulos diferentes, de juego, de deporte o de ventilación en una conversación cómplice ante un café, nos cierra las ventanas que antes nos daban aire y nos hacían mantenernos. También la ausencia de tiempo para reflexionar y compartir lo que esos y otros cambios nos generan dentro de la propia unidad familiar, de la pareja, evitan que podamos encontrar la unión que necesitamos para inventarnos una nueva manera de hacer las cosas, disparando cada vez más al aislamiento emocional individual para protegernos.

Hay que entender que esta es una nueva situación, no va a volver atrás y hacen falta nuevos acuerdos. Seguir simplemente “adelante”, a base de forzar la máquina, probablemente no va a ser suficiente, necesitamos frenar y pensar, para frenar y pedir.