Igor FERNANDEZ
Sicólogo
SICOLOGÍA PARA UNA CRISIS

Derrumbarse ahora

Hola. Soy Mertxe, de Bilbo. Estaba mucho más descansada y dormía mejor cuando trabajaba. Mi casa estaba mucho más limpia y ordenada, tenía más tiempo libre y hasta veía más series. Me gustaría que me explicaran lo que tiene de relajante el confinamiento, si tienes dos críos que atender y un negocio cerrado. Tengo la cabeza a cien revoluciones… y ¿si paro, igual me derrumbo?

Hola, Mertxe. Nuestro cuerpo y también nuestra mente se rige por ciclos, rutinas y patrones mucho más de lo que creemos. Y si, además de lidiar con los cambios de ritmo propios, tenemos que lidiar con los cambios de ritmo de otros que dependen de nosotros, sin darnos cuenta nos vamos tensando, hasta que notamos el estrés.

Supongo que ahora, a medida que las normas van siendo más laxas y podemos reconectar con algunas de las actividades que nos daban estructura, no se concentrará tanta tensión dentro de casa, y esta se podrá liberar con los nuevos contactos y el aire fresco. Sin embargo, es importante mantener un ojo en nuestras magulladuras.

Todo esto traerá cola y, mientras no nos derrumbamos cuando tenemos que estar al cargo de sostener la situación, al salir de ella, el cansancio nos estará esperando. Igual que un deportista no se da cuenta del golpe que ha recibido en el partido se nota dolorido cuando descansa, el estrés vivido puede visitarnos en forma de vulnerabilidad emocional, de tristeza, irritabilidad, o simplemente cansancio, que parecerá no tener sentido “ahora que todo va mejor”.

Mertxe, la cuestión no es derrumbarse o no, la cuestión es si necesitas hacerlo y quién estará ahí para sostenerte si es así. Quizá para ti continúe la tensión, como para otras muchas personas que tienen que empezar a pensar en la reconstrucción en un momento de incertidumbre y, al mismo tiempo, habrá que buscar un momento para parar y mirarse, quizá no sea largo, quizá no sea dramático, pero es imprescindible que todos podamos evaluar qué nos deja esta situación en el cuerpo y en la mente.

Compartir, hablar de todo esto, de la incomodidad y del desbordamiento, abre la puerta a sentir algo que queremos dejar atrás cuanto antes, o que todavía no podemos permitirnos sentir del todo, pero también permite rebajar algo de tensión, para evaluar lo que ha sido importante, lo que ha funcionado y lo que no. Y decidir cómo dar el siguiente paso.