Fermin MUNARRIZ
Testeando la Campaña

Hay margen para la sorpresa

El virus nos ha dejado una extraña sensación de aturdimiento, como al despertar de la anestesia. Y llega la campaña electoral y ni siquiera nos parece campaña electoral. Todo se encuentra algo más lejos que antes: la política, las vacaciones, el fútbol, los presidentes de los empresarios... También las elecciones. Será efecto de la distancia social.

Sin embargo, nos encontramos ante una de las citas electorales más determinantes de las últimas décadas. Por lo que dejamos atrás y, sobre todo, por lo que tenemos delante. Y quién sabe si hasta porque podrían sacudirse los cimientos de la hegemonía. Suele ocurrir, particularmente en épocas de crisis.

Salimos –es una manera de hablar– del mayor trance colectivo desde la guerra. No podía haber para un gobierno razón más justificada para aunar esfuerzos en el fin común de proteger a la ciudadanía y garantizar una certidumbre de futuro. Líderes de la oposición alertaron de que era tiempo de cooperar, no de competir. En balde. Entramos mal en la pandemia, pero salimos peor. Con altanería.

Y ganar tiempo –acortándolo– fue la razón del lehendakari de traer las elecciones a julio, en caliente, para esquivar el examen de las malas gestiones que se le acumulan al gobierno de PNV y PSE, antes de que el otoño nos devuelva a la vieja normalidad. O al reconfinamiento.

Consta, sin embargo, una cierta preocupación entre sus filas: quizás no fue tan buena idea apretar el calendario de una población más preocupada por recobrar la vida cotidiana y familiar con seguridad y hasta el prudente disfrute veraniego si un rebrote no lo impide.

A falta del ensayo del voto telemático, los jeltzales andan ahora volcados en campaña boca a boca para asegurarse el voto por correo de los ausentes y de los timoratos. El masaje relajante de las encuestas de Gizaker para ETB, la huida vacacional que apuntó la estampida a Cantabria, un soleado domingo veraniego o hasta los comprensibles remilgos de salud –particularmente en las personas mayores– para acudir a una mesa electoral compartida podrían generar un inesperado agujero en las expectativas del principal partido de gobierno y su socio. También en los demás, pero igual no de la misma forma.

La bajísima participación en los comicios municipales de Iparralde estaría dándonos pistas de un comportamiento electoral en situación extraordinaria hasta ahora desconocido. Y eso da margen a la sorpresa.