Raimundo Fitero
DE REOJO

Esa moto

Atención al pajarito, no hay manera de salir de casa y no ser retratado. Hay millones de objetivos neutros, activos, pasivos que te están reteniendo para uso de autoridades y anunciantes. Por eso, si después de estar meses apareciendo cada día en las pantallas de la ciudadanía dando noticias estadísticas y surrealistas de los propios datos de la pandemia, si has recibido alabanzas, premios y te has convertido en la diana de los cabestros fascistas, que aparezcas en la portada del suplemento dominical de un periódico montado en una moto y con chupa de cuero, amigo Fernando Simón es regalar a tus enemigos argumentos y a tus amigos y admiradores, dudas, porque no es que no puedas mostrarte como eres, ni que acudas a trabajar en la moto que quieras, lo malo es que has posado. La foto es de pose. Y eso, no te lo van a perdonar. Te has convertido ya en un objeto, en un icono y de ahí solamente puedes ir hacia el ostracismo, la vulgarización, el aparecer en camisetas baratas y tazas de desayuno. Y lo has hecho voluntariamente.

El nivel está tan por debajo de la epidermis, que esa moto de la foto es la moto en la que se han subido todos para echar el humo crítico de sus desventuras electorales, de su incapacidad propositiva, para hacer de todo una recta hacia el absurdo. Las elecciones entre noticias de brotes, nuevos confinamientos y apuntes del apocalipsis económico que se anuncian, parecen algo exógeno, como si sucedieran fuera de nuestro propio cuerpo social, alejadas de nuestro devenir, como si la terraza del bar de la plaza fuera algo más tangible que los parlamentarios que estarán cuatro años haciendo la ola a, o siendo engullidos por la ola de Urkullu y su constante perfil egipcio frente a los asuntos importantes. Nos venden la moto precisamente para despistarnos y que no atendamos al voto.