Beñat ZALDUA
Testeando la Campaña

Covid-19 y derecho a voto, ¿en qué estaban pensando?

Punto primero. Parece bastante lógico que las personas con una PCR positiva no acudan a los colegios electorales el próximo domingo. El riesgo de propagar el virus, como demuestran los brotes de Ordizia y Tutera, es muy real. No hay mucho debate posible al respecto.

Punto segundo. No poder acudir al colegio electoral no debería traducirse en una privación del derecho al sufragio. Es, cabe recordarlo, un derecho constitucional. Lakua confía en el aval de la Junta Electoral, pero cuidado, en 2019 la JEC ya avaló que los policías trasladados a Catalunya no pudiesen votar el 10 de noviembre, y fue el Supremo el que ordenó –el 8 de noviembre– que se posibilitase su voto. A falta de más explicaciones, la base legal de la prohibición anunciada ayer por Murga es, como mínimo, cuestionable. Una administración puede modificar las condiciones de voto, pero debe garantizar poder ejercerlo.

Punto tercero. Si el criterio empleado es exclusivamente médico, también resulta cuestionable que las personas que se encuentran en aislamiento puedan romper la cuarentena para acudir al colegio electoral. De hecho, suena bastante disparatado. Las PCR necesitan unos días para ser muy fiables; en los primeros días de infección el número de falsos negativos no es despreciable. Por eso se aísla a los contactos estrechos, pese a que den negativo en una primera PCR. Igualmente, el número de personas con una PCR no negativizada es bastante más elevado según los partes del propio departamento de Salud –pueden ser cerca de 1.500 personas–. La mayoría parece que sí podrán acudir a votar.

Punto cuarto. Prohibir el voto a todos los aislados supondría vulnerar el derecho al sufragio a muchas más personas, amplificando el escándalo. Hay, por lo tanto, un sesgo político en la decisión; no está basada en criterios exclusivamente médicos. Lakua opta por el camino del medio, buscando un precario mal menor, pero sin garantizar la seguridad al 100%, ni garantizar el derecho a voto al 100%.

Punto final. ¿En qué pensaban los partidos que gobiernan cuando pensaban en las elecciones? ¿Solo en las posibilidades de sus candidatos? Desde marzo sabíamos que los comicios, fuesen cuando fuesen, se celebrarían con el virus circulando. No hay excusa posible para explicar por qué no se ha pensado, en pleno siglo XXI, en mecanismos para garantizar el voto de posibles contagiados. Son 200, pero lo cierto es que podían haber sido muchos más. La falta de previsión hubiese sido la misma. ¿En qué pensaban?

Puede decirse que 200 votos no cambian unas elecciones, pero no está de más recordar que el último escaño en juego en 2016, el que impidió la mayoría absoluta de PNV y PSE, se decidió por un puñado de votos. Con todo, lo que clama al cielo a esta hora es la absoluta falta de previsión de quienes se presentan, a falta de otras ambiciones y virtudes políticas, como grandes gestores de lo posible. Ni eso.