Izkander FERNÁNDEZ
NAIZ KONTZERTUAK

COHERENCIA, FRESCURA Y MENSAJE EN TIEMPOS DE PANDEMIA

LA SEGUNDA TEMPORADA DE NAIZ KONTZERTUAK ARRANCÓ CON FUEGOS DE ARTIFICIO. BELAKO PROTAGONIZÓ LA NOCHE QUE INAUGURABA LA FÓRMULA MIXTA CON PÚBLICO EN CASA Y EN LA SALA.

Belako encierra muchos elementos bajo su simple denominación de tres sílabas y seis letras. Elementos que quizá jamás debieron ser alterados hasta el punto de perder su significado o razón de ser. Aspectos que, durante décadas, han asentado las bases de uno de los pilares de la cultura popular de los siglos XX y XXI: el rock.

Toda expresión artística alumbrada bajo un lenguaje juvenil tiene que ser únicamente propuesta por jóvenes porque, de lo contrario, se convierte en un producto teledirigido por mayores que quieren venderle algo a los jóvenes. Ahí, la maldita transacción lo pervierte todo. Es de eso de lo que hay que escapar. Es en ese punto donde Belako nunca ha estado ni parece que vaya a estarlo.

En el concierto de Belako dentro de la sexta entrega de la iniciativa NAIZ Kontzertuak, Cris Lizarraga utilizó la palabra ‘rock’ para referirse a su banda, su sonido y su escenificación. Reconozco que me cogió a contrapié en un inicio, como cuando esperas una dejada al txoko y en cambio, te abren la pelota tras un dos paredes sorprendente. Pero la noche dio para absorber la propuesta de Belako puesta al lado de la palabra ‘rock’ en labios de Lizarraga.

Sudor, emoción, actitud, reivindicación, crudeza, diversión y juventud, son algunos de los términos viscerales sobre los que debe asentarse el rock para que las posteriores composiciones y su ejecución se ajusten a las necesidades vitales que su propio lenguaje comprende. De acuerdo, le estoy dando mucha más importancia al vehículo que al fin pero, ¿Qué hay de un fin sin vehículo?

Un plano general y contrapicado mostraba un mastodóntico escenario de Sanagustin Kulturgunea de Azpeitia, hábitat natural para la mayoría de entregas de NAIZ Kontzertuak. A sus pies, los cuatro miembros de Belako. Los hermanos Josu y Lore Billelabeitia en las esquinas, al fondo Lander Zalakain como cabeza de la sección rítmica y Cris Lizarraga al frente, a las voces. Belako decidió intercalar temas publicados con temas que verán la luz, oficialmente, a finales de agosto.

La realidad de Belako transcurre por una curiosa dualidad. Sus discos son sobrios, oscuros y profundos. No ocultan sus preocupaciones ni sus ganas de lucha. Son un fin disfrutable en sí mismo. Un discurso musical rico que vaga con éxito por el post punk, el indie y la provocación al baile. Sin embargo, sus conciertos son celebración, sudor, actitud, diversión y juventud. Son todo aquello que el rock nunca debió dejar de ser.

Así fue su bolo en Sanagustin Kulturgunea. Fresco y coherente. Divertido y reivindicativo. Orgulloso y comprometido. Con referencias a su actuación en una iglesia, maravilloso lo de “Rock: 1 – Dios: 0”. Con recuerdo para las víctimas, todas las víctimas, de la violencia machista. Sin dejar de pasárselo bien y de bailar. Sin parar de reírse y de ser jóvenes. Sin negarse a cabalgar el caos para intentar darle forma.