Mikel CHAMIZO
TOLOSA
Elkarrizketa
ENRIQUE AZURZA
DIRECTOR DE KEA AHOTS TALDEA

«No hay que colgarle el sambenito de actividad peligrosa a la música coral»

KEA Ahots Taldea es uno de los coros de cámara de referencia dentro del panorama coral estatal. Lo creó Enrique Azurza en 1997, con el fin de conformar un instrumento actual adecuado al repertorio coral contemporáneo, que es la base de su repertorio. Hacen también una intensa labor de difusión de la música coral vasca del siglo XX, que será la protagonista en el concierto que ofrecerán esta tarde en Tolosa.

Para celebrar el centenario del nacimiento del compositor tolosarra Javier Bello-Portu, KEA Ahotsa Taldea ha preparado un programa con sus creaciones más importantes junto con las de autores que le influyeron especialmente. El concierto comenzará a las 20.00 en la iglesia de San Francisco de Tolosa.

 

La relación entre KEA y la música de Javier Bello-Portu tiene ya bastante recorrido.

Sí, siempre hemos cantado piezas suyas y en 2008 hicimos la integral de su obra para coro, pero por diversas circunstancias –se ha difundido poco, se ha editado tarde, etc– la producción de Bello-Portu sigue siendo desconocida. Yo pienso que se trata de una música mayúscula, una isla impresionista dentro de la música vasca del siglo XX, por eso queremos aprovechar esta efeméride para recordarlo.

 

Van a presentar su obra en medio de un programa de raigambre muy tolosarra.

Queríamos situar al personaje en su entorno y junto a los autores que le influyeron de manera más evidente. La primera obra es de Felipe Gorriti, uno de los compositores más importantes del Romanticismo en la península, que desarrolló su carrera en Tolosa. Bello-Portu fundó en los años 40 la Escolanía Gorriti y uno de sus primeros conciertos fue en la tumba de Gorriti en Huarte-Arakil –a Bello-Portu le gustaban esas cosas, era un personaje de otra época, pomposo, muy decimonónico, en Tolosa aún se le recuerda con sus trajes y sus pañuelos–.

También cantaremos música de Eduardo Mocoroa, discípulo de Gorriti que fue maestro de Bello-Portu, y de Aita Donostia, con el que tuvo relación y cuya “Misa de Réquiem” se estrenó en Tolosa. Por último, habrá piezas de Ravel, su músico de cabecera –siempre llevaba en el bolsillo la partitura del “Bolero”, que era su Biblia–; y de Debussy, a quien también admiraba mucho. De hecho, la obra más famosa de Bello-Portu, “Soule”, compuesta en 1953, es un homenaje directo a una canción de Debussy que interpretaremos justo antes. Creo que con la presencia de Debussy y Ravel va a quedar muy clara la conexión de Bello-Portu con la música francesa, ya que él era muy francófilo, estaba casado con una belga y todo lo que tenía que ver con París le apasionaba.

 

¿Siguen presentes estos autores tolosarras en la memoria musical del pueblo?

Nosotros hemos intentado siempre mantener su espíritu, y también lo hacen la Capilla de Música de Tolosa y el Coro Parroquial, que interpretan a menudo el legado de Gorriti y Mocoroa. Pero me da pena que no hayan trascendido un poco más fuera de Tolosa, que se crea que la defensa de su música son manías de tolosarras. Gorriti fue uno de los autores más importantes del panorama español de su época, pero mientras no se edite su obra y se defienda en condiciones, no habrá forma de que se le haga justicia. En el caso de Bello-Portu, un hándicap es la dificultad de su música, que no es fácil de cantar debido a la densidad y delicadeza de sus armonías.

 

¿Dónde situaría a Bello-Portu en el contexto de la música de Euskal Herria?

Para mí fue una figura comparable a Aita Donostia, porque tuvo también una faceta de investigador y musicólogo. El problema es que Bello-Portu no compuso tanto, apenas 40 obras corales y una obra sinfónica, “El carnaval de Lantz”, que es espectacular. Es una pena que no se dedicara más a fondo a componer, porque su tratamiento del folclore vasco va más allá del de la mayoría de sus contemporáneos, y sobre una melodía de cuatro notas era capaz de desplegar un abanico de colores comparable a Ravel. Su forma de tratar el folclore es único, es música impresionista en euskera.

Su figura se completa con su labor como director en unos años, los de la posguerra, muy difíciles y en los que la actividad musical era casi heroica. Pero él creó la Escolanía Gorriti y con ella defendió la música vasca y la polifonía española incluso en Madrid. También dirigió durante mucho tiempo la Orquesta Santa Cecilia de Iruñea, y en aquellos años de escasez se atrevió incluso con sinfonías de Shostakovich.

 

¿Qué características tiene la música de Bello-Portu?

Como ya he dicho, es el tratamiento que hace de las armonías lo que más llama la atención. Diría que, en el contexto vasco, no hay un tratamiento del folclore que vaya tan lejos en su complejidad armónica. Claro que hay otros grandes armonizadores del folclore vasco, como Jesús Guridi, pero se quedan en un lenguaje más romántico mientras que Bello-Portu va más allá. Quizá puedan resultar extrañas a unos oídos actuales, ya que hoy se abordan las melodías populares de forma diferente, tratando de mantener su esencia. Pero, para estos compositores, su objetivo era “elevar” el folclore aplicándole un complejo ropaje musical, aunque en el proceso el material original se desvirtuase un poco. Es un dilema difícil de resolver.

 

El de los coros es uno de los formatos musicales que lo está teniendo más difícil para su vuelta a la actividad en la era Covid. ¿Cómo están ensayando y preparando este concierto?

El caso de KEA es menos complejo porque somos un coro de cámara de solo doce cantantes, y eso facilita mucho la infraestructura. Cada uno se sitúa a metro y medio del compañero y tomamos medidas añadidas, incluso usamos mascarillas durante los ensayos. Pero con coros más grandes, por ejemplo de cuarenta personas, todo es mucho más difícil porque apenas hay escenarios que permitan mantener las distancias entre tanta gente. Así que en los coros de gran tamaño, como la Sociedad Coral, estamos ensayando por grupos separados. De todas formas, se está colgando el sambenito de actividad peligrosa a la práctica coral, pero no lo es más que cualquier orquesta. El cargar las tintas sobre los coros puede derivar en que se estigmaticen, y eso sería injusto.