Imanol INTZIARTE
DONOSTIA

El PSE se desmarca de los festejos en Donostia y deja solo a su socio PNV

Se barrunta mar de fondo en las oficinas del antiguo casino. Veinticuatro horas antes de que diera comienzo lo que ha sido etiquetado como Abuztua Donostian, el PSE, socio del PNV en el gobierno municipal, se bajó del autobús y dijo que no se contara con ellos.

«Por responsabilidad ante la situación sanitaria, apoyamos la no celebración de la Semana Grande y, en la misma línea, no participaremos en los actos de carácter festivo programados para estos días», rezaba el tuit con el que escuetamente anunciaban su desmarque.

Recapitulemos. Como todas las fiestas locales, la Aste Nagusia de este año quedó suspendida por la pandemia, para disgusto de unos, alivio de otros e indiferencia de los demás. Cada uno elegirá sus propios porcentajes, aunque resulta indiscutible que el bajón entre la parroquia local no es ni de lejos el mismo que si el próximo enero se tiene que suspender la festividad de San Sebastián.

Vamos, que no hace falta vallar Alderdi Eder como si fuera la plaza del Ayuntamiento de Iruñea o la de la Virgen Blanca de Gasteiz.

Más de tres semanas

Visto el panorama, el Ayuntamiento diseñó un programa de ‘no fiestas’ –fue presentado el pasado 27 de julio– que se desarrollará entre el 8 y el 31 de agosto, con actos «al aire libre, en recintos con aforo controlado y/o limitado, y siguiendo el protocolo de seguridad».

En estas o similares condiciones se celebró entre el 22 y el 26 de julio el 55º Jazzaldia, con éxito de crítica y público y sin ninguna consecuencia en el plano sanitario, por lo menos que se sepa hasta ahora.

El telón se alza hoy sábado con una recepción en el Palacio Miramar, muy ‘chic’ todo, lo del marco incomparable, las fotos sobre la bahía y qué guapos estáis. Quienes quisieran acudir tenían que reservar una invitación, que ya están agotadas.

A lo largo de esta primera jornada hay una travesía en piragua hasta Pasaia, harrijasotzailes en la Trini –el tradicional campeonato con la Igeldoko Harria–, y un concierto en la recientemente bautizada como Plaza de las Enfermeras –junto al Kursaal–, donde además se instalarán puestos sobre ruedas de comida y bebida, escrito ‘food trucks’ en el programa.

Y así seguirá hasta finales de mes, con concursos gastronómicos, mercadillos, música y teatro en la calle. O no, que aquí no hay nada seguro.

El objetivo es, como mínimo, doble. Hacer la ciudad más atractiva para disfrute de locales y visitantes, y generar ingresos para vendedores, músicos y otros artistas, en un verano muy duro para estos sectores.

Zonas muy definidas

La iniciativa no ha estado exenta de críticas, sobre todo porque los actos están centrados en una parte muy definida de la ciudad –la línea costera y sus inmediaciones, donde pululan los turistas– mientras que otros barrios les han dejado las migajas.

Alguien hizo las cuentas en su día, y el 70% se concentra en Gros, Alde Zaharra y el Centro. Los populosos Altza y Amara Berri, juntos, superan por poco el 10%. Tampoco es que este reparto suponga una novedad, pero concentrar a la gente en zonas muy concretas no es el mejor plan a día de hoy.

Los preludios del arranque han coincidido con el repunte del covid-19 y la voz de alarma lanzada por la consejera de Salud, instando a reducir al mínimo los contactos. Y aunque Donostia no ha sido hasta ahora un punto caliente de contagios, los llamamientos de Nekane Murga chocan con los del Consistorio animando a participar.

En esta tesitura, y viendo cómo rola la dirección del viento, el PSE –que gestiona, por cierto, la concejalía de Turismo– ha decidido bajarse del carro y dejar a su socio en la estacada. Veremos si trae consecuencias.