Itziar Ziga
Escritora y feminista
JOPUNTUA

Da igual: puta

La primera vez que me tomaron por puta, tenía catorce años. Era mediodía, y yo esperaba a una amiga en la Bajada de Javier cuando se me acercó un señor asqueroso por la espalda y me susurró: ¿quieres pasar un buen rato con un hombre? Yo me quedé perpleja, ni sabía lo que estaba pasando. La tensión duró unos instantes, hasta que él se fue espetándome: no te pongas aquí, que confundes. Yo llevaba la carpeta del insti pegada a mi pecho, pantalones blancos, camiseta negra. Da igual: puta. Desde entonces, uf, ni recuerdo la de veces que me han preguntado, plantada yo en cualquier calle, cuánto cobro. Una vez me pasó a la salida de la estación de tren de Vilanova i La Geltrú, donde aclaro que no suele haber apostadas meretrices en busca de clientes. Yo iba a una boda y me dije: voy elegantísima, confirmado. Muchos años después, le informé a un viejito que se me había acercado en la Plaza del Castillo: hace tiempo que echaron de aquí a las putas.

Justo ayer, también a mediodía, en mi barrio periférico, volvió a pasarme: el tío me siguió fuera de la tienda para interceptarme. Vale, ahora visto como patriarcalmente se entiende que visten las putas. Y me empecino en ir platina: eso significa llevar neones en el pelo. Como todas las mujeres, soy consciente de cuánto se me marcarán las tetas y los pezones según la ropa que lleve. Es verano, entreveo muchos pezones en la calle: los de los hombres. Los nuestros, mejor que no resalten a través de la tela, os lo aseguro. Soy una mujer vigorosa de 46 años y yo lo asumo, yo me asusto, yo me río, yo grito, yo me callo, yo corro, yo me rebelo… y me duelen, me duelen horrores las mías.

Una preciosa mujer de 23 años llamada Daisy Coleman, violada cuando tenía catorce y acosada por denunciarlo y luchar por todas contra el estigma de víctima, se suicidó hace dos semanas. Un juez de Jalisco decide no acusar a un policía que violó a una niña de diez años porque ella «no sintió placer». Otra nena violada de diez años logra abortar con casi todo el sistema en contra en Brasil… Como Hannah Gadsby, hoy tampoco quiero cerrar esto bonito.