Pablo GONZÁLEZ
GUERRA EN EL CÁUCASO SUR

LA GUERRA SE HA INSTALADO COMO MODO DE VIDA EN EL ALTO KARABAJ

CENTENARES DE MUERTOS, MILES DE REFUGIADOS Y CUANTIOSOS DAñOS MATERIALES HAN TRANSFORMADO LA REGIÓN. AHORA VIVE POR Y PARA LA GUERRA, CON EL TEMOR DE PERDER Y CON LAS GANAS DE RECUPERAR UNA NORMALIDAD QUE PARECE DE OTRO MUNDO TRAS DIEZ DÍAS DE CONFLICTO. LA SOLUCIÓN DIPLOMÁTICA DE MOMENTO NO LLEGA.

Los diez días de conflicto que lleva la nueva guerra del Alto Karabaj han transformado la región en un grado muy alto. Poco queda de ese tranquilo lugar que vivía apartado de la vorágine del mundo moderno. Las calles están vacías, las tiendas cerradas, y lo único constante es el sonido de la sirena que avisa de los ataques. Los vehículos que circulan lo hacen a gran velocidad y en ellos van hombres vestidos de camuflaje. Cada cierto tiempo, aquí o allá se oyen explosiones y se levantan columnas de humo si el ataque ha provocado un incendio.

La guerra moderna es en alto grado inhumana. Artillería, misiles, aviación y drones hacen la mayor parte del trabajo, que modifica la vida de los humanos y la pone en peligro. Así, si bien los ataques azeríes contra las ciudades del Karabaj no han sido tan cuantiosos como en otras épocas, si provocan que la gente huya al verse privada de los servicios mínimos como luz, agua o gas. Según Artak Beglaryan, el defensor del pueblo del Alto Karabaj, más de 70.000 personas han abandonado ya el territorio, engordando las listas de desplazados y refugiados a nivel mundial.

Ello ha pasado después de que más de 20 civiles hayan muerto por ataques azeríes. Entre ellos está una niña de 9 años, y más de la mitad son ancianos. Esos mismos ataques han dañado ya más de 2.100 propiedades privadas –casas, bloques de apartamentos o tiendas–; han sido dañados o destruidos 240 coches y 350 infraestructuras de comunicación, servicios y transportes igualmente han recibido daños. Todo ello deja unas pérdidas de decenas de millones de euros.

Por eso lo más común en estos días es que al llamar a un conocido, su respuesta sea que se encuentra en Armenia. Los que siguen en el Karabaj son en su mayoría hombres. Los más visibles son los mayores de 50 años, a los que por su edad no se les llama a filas, pero que siguen manteniendo y reparando las infraestructuras con la esperanza de que los más jóvenes obtengan una victoria que permita volver a los niños y mujeres.

Otro grupo notable de los que se resisten a abandonar la región son los ancianos. Así Sharmag, una mujer de casi 90 años de Stepanakert, explicaba que no tiene ninguna intención de irse mientras sujetaba una escopeta de caza de un vecino. Los maridos de las nietas de Sharmag están en el frente y una de sus mayores preocupaciones es que vuelvan sanos y salvos.

Las condiciones de los que quedan son duras. La mayoría de las ciudades pasan buena parte del tiempo sin electricidad. El gas y agua funcionan con irregularidad. A ello se suma que los que quedan pasan buena parte del día en los sótanos de sus edificios por el temor a ataques de artillería y aviación. Al comienzo estaban al menos aprovisionados, pero con el paso de los días y al estar cerradas las tiendas, los suministros escasean. Algo similar ocurre con los combustibles para los coches, gasolina y también gas, ya que en esta parte del mundo hay una gran cantidad de coches que funcionan a gas o son híbridos de gas y motor de combustión.

Es complicado encontrar una gasolinera con combustibles pero que además tenga electricidad para poder hacer funcionar los surtidores. Ello hace que las líneas de aprovisionamiento se extiendan hasta Armenia, lo que supone de 2 a 4 horas de viaje solo para repostar.

No es de extrañar que todas estas razones, especialmente las de falta de seguridad, pero también de comodidad, hayan hecho que buena parte de los periodistas hayan abandonado la región, y los que entran lo hacen en viajes de unas pocas horas desde Armenia. Otros, más valientes, vienen hasta Stepanakert para acomodarse en condiciones espartanas, pero sin salir de los refugios más allá de la fotografía de rigor y atados al wifi, ya que no hay internet móvil. Esto crea un gran vacío, que combinado con el desinterés del público occidental, deja al conflicto del Karabaj bastante fuera de los noticieros. Algo que sorprende si tenemos en cuenta la crudeza de los combates y toda la tecnología que se emplea.

Hasta la fecha los dos bandos siguen haciendo públicas unas bajas de aproximadamente 300 combatientes, a la vez que declaran haber causado miles al enemigo. Sin embargo, las imágenes que llegan desde el frente muestran una enorme intensidad, con muchos soldados fallecidos y decenas de vehículos blindados destruidos. Incluso en las zonas cercanas al frente uno puede darse cuenta de la intensidad de los combates por el sonido constante, y en las horas sin luz por el destello casi sin pausa, de las explosiones.

Aunque parece que de momento el Karabaj ha conseguido resistir el ataque de las fuerzas del Azerbaiyán con ayuda de Turquía, en este estado no reconocido son conscientes de que una larga duración de los combates irá inclinando la balanza a favor del bando contrario por su enorme potencial humano en comparación. Mientras que Karabaj y Armenia suman 3,6 millones de habitantes, Azerbaiyán tiene 10 y Turquía 82.

¿Cuándo intervendrá Rusia?

Por eso, cada vez más la pregunta más común entre es ¿cuándo intervendrá Rusia? Moscú es vista como la única salvadora posible por su potencial militar. Un papel histórico que Rusia ha jugado en la región, primero contra el Imperio Persa, después contra el Otomano y ahora esperan que intervenga de nuevo para salvar a los armenios de una derrota a manos de los azeríes junto a los turcos.

Moscú de momento deshoja la margarita. La postura oficial es la búsqueda de una solución diplomática. Sin embargo, se especula que está alargando el conflicto para obtener mejores resultados entre la opinión pública armenia cuando intervenga. Tras las dudas con Lukashenko, Moscú parece titubeante con el primer ministro de Armenia, Pashinyan. Si Pashinyan hubiera obtenido una victoria sencilla en la defensa del Karabaj, eso le habría reportado un colchón de apoyo que habría podido utilizar para alejar a su país de la órbita rusa. Ahora esta posibilidad se ha desvanecido y será Moscú la que obtenga los laureles del salvador. Todo ello si de verdad finalmente interviene. En caso contrario, al Karabaj le espera un destino muy duro.