Pello Bilbao afronta un fin de semana ilusionante después de ser el más fuerte en el final de la etapa reina del jueves. Cuando se podía pensar que el vizcaino iba a acusar en la última semana del Giro el cansancio después de empalmar Burgos, Getxo, Dauphiné, estatal contrarreloj, Tour y Mundiales sin descanso, fue capaz de recortar en la última subida a Laghi di Cancano más tiempo del que le llevan Wilco Kelderman, Jai Hindley y Tao Geoghegan. Eso y una crono de 15,7 kilómetros mañana que le beneficia con el australiano y el inglés le da opciones de colocarse en el podio e incluso de aspirar a la victoria final.

Un fin de semana condicionado por un plante ayer de la mayoría de los corredores injustificable porque condicionaron el desenlace del Giro. No es lo mismo afrontar la etapa de hoy tras realizar 251 kilómetros que con los 124 que vivieron los favoritos con tranquilidad. Buena parte del pelotón –aunque equipos como Ineos quisieron hacer toda la etapa para desgastar a Kelderman– se quejaron del kilometraje en una jornada en la que se anunciaba lluvia tras el desgaste del día anterior y de los traslados. El director Mauro Verín cedió muy enfadado: «Hemos hecho mucho para asegurarnos que la carrera continúe. Terminaremos el Giro en Milán, pero cuando todo esté acabado, alguien pagará por esto».

El desenlace del Giro se verá afectado por esa reducción de kilómetros y por la imposibilidad de subir hoy el coll dell’Agnello, Izoard y Montgenèvre, lo que motivará que la última etapa de alta montaña tenga una triple subida a Sestriere, donde estará la meta, como última opción de Ineos y Bahrain para desbancar a Kelderman.

En la etapa reducida de ayer ganó Josep Cerny (CCC) tras saltar de una fuga de catorce corredores que llegó porque el Groupama no quiso trabajar con el Bora para lograr una quinta etapa con Démare, que prefirió asegurarse la maglia ciclamino.