Jaime IGLESIAS
MADRID
Elkarrizketa
PABLO MAQUEDA
DIRECTOR DE «DEAR WERNER»

«Muchos nos dedicamos al cine también para tener llena la nevera»

Nacido en Madrid en 1985, ha hecho trabajos para televisión, publicidad y cine. Debutó en la dirección de largometrajes en 2012 con el documental «All the woman», trabajo al que sucedieron títulos como «Manic Pixie Dream Girl» o «#Realmovie». Su último trabajo, «Dear Werner», inspirado en el libro «Del caminar sobre el hielo» del director alemán Werner Herzog, acaba de estrenarse tras su paso por Zinebi.

En invierno de 1974, Werner Herzog recibió la noticia de que su amiga Lotte Eisner (alma mater de la Cinémathèque Française) se encontraba gravemente enferma. El cineasta alemán resolvió entonces recorrer a pie los 783 kilómetros que separan Múnich de París como un acto de fe para acudir al encuentro de Eisner confiando en la recuperación de esta. Pablo Maqueda ha seguido las huellas de Herzog no solo para rendir tributo a uno de sus directores de referencia, sino también para mostrar la sensación de vulnerabilidad y las incertidumbres que se ciernen sobre quienes se dedican al cine a la hora de afrontar un proceso creativo.

 El origen de «Dear Werner» es el diario «Del caminar sobre el hielo». Según cuenta, al leerlo sintió que sus páginas ocultaban una película que jamás llegó a ser realizada. ¿Por qué se animó a rodarla?

A mí el libro de Herzog me parece un ejercicio de despojamiento muy interesante, sus textos no son narrativos sino descriptivos. Se centra mucho en sus emociones, hace muchas digresiones sobre su vida y sentí que ahí había una película invisible que me apetecía sacar a la luz. Por otra parte, se trata de un libro que me resulta muy inspirador, al que acudo cada vez que quiero motivarme y, cuando empecé a plantearme este proyecto, estaba en un momento de mi vida en el que había recibido muchos golpes, llevaba tiempo sin rodar y no encontraba financiación para seguir dirigiendo. Entonces pensé que si Herzog había sido capaz de caminar desde Múnich a París como un acto de fe pensando que su sacrifico podía contribuir a salvar de la muerte a su amiga Lotte Eisner, que se encontraba muy enferma, seguir sus pasos podía ayudarme a mí para recuperar la fe en mí mismo, en mi capacidad para contar historias.

 El viaje que emprendió Herzog y que narra en «Del caminar sobre el hielo» responde a una declaración de amor. ¿Su película también lo es?

Yo no estaba tan interesado en hacer un documental sobre Herzog como sobre mi amor al cine. Por eso la película va de lo concreto (la experiencia que vivió Herzog) a lo abstracto, a la propia Historia del cine. El trabajo de Eisner en la Cinemateca Francesa me permite evocar el trabajo de otros grandes cineastas y en ese echar la vista atrás me he confrontado con mi yo adolescente, con el joven cinéfilo que fui, con aquel que se hacía preguntas sobre la industria del cine sin conocerla, más que con el director que soy hoy donde muchas veces las frustraciones que me genera el funcionamiento de la industria me impiden disfrutar del placer de hacer cine. En este sentido, Werner Herzog es un catalizador, alguien que me ha hecho amar el cine y el placer de contar historias.

 Lo bueno es que se trata de una declaración de amor correspondida, ya que el propio Herzog accedió a participar en la película mediante su voz. ¿Cómo vivió esa respuesta por parte del cineasta?

El hecho de que Herzog quisiera apoyar la película narrando en off algunos fragmentos de su libro con ese acento tan característico que tiene, que es casi como la voz de Dios, fue algo bastante conmovedor. Cuando escribí este proyecto lo hice como quien lleva a cabo una plegaria sin esperar respuesta, así que cuando él tras ver la película contactó con nosotros mostrando su disposición a intervenir en el filme de alguna manera fue emocionante. En todo momento ha sido muy generoso con nosotros y nos ha dicho cosas muy bonitas como que mi espíritu de joven cineasta le recordaba al de él en su juventud cuando rodando “Nosferatu” quiso rendir su particular homenaje a Murnau.

 ¿De todo lo que le dijo que fue lo que más le emocionó?

Sobre todo cuando me aconsejó que no tuviera miedo de servirme de su cine para hablar de mí, que la película funcionaba sobre todo cuando yo hablaba de mí y no tanto de él.

 Porque, además, la realización de esta película la emprendió sin ningún tipo de certezas, haciendo camino al andar y sin saber que saldría de ahí, ¿no?

Totalmente. Esta película se ha escrito en la sala de montaje. Yo me lancé a la aventura para disfrutar de las experiencias que el viaje me iba marcando. La posibilidad de hacer una película no era un fin sino que fue un reto personal que se me fue planteando en la medida en que llevaba seis años sin rodar. Entonces, el hecho de verme solo en medio de la naturaleza me hizo preguntarme: ¿es posible hacer una película cuando apenas tienes nada a lo que agarrarte?

Ese empezar a caminar en soledad, ¿refleja la convicción de que la única manera de labrarse una carrera como cineasta es hacer camino al andar?

Sí porque hacer cine obedece, sobre todo, a una pulsión creativa y yo pertenezco a una generación de cineastas a la que los largos períodos de búsqueda de financiación a los que nos tenemos que enfrentar entre un rodaje y otro se nos hacen cada vez más largos. Esta película es una manera de rebelarse ante ello y de poner el foco sobre mi condición de cineasta obrero. No es muy habitual hablar sobre la conciencia de clase como motor del trabajo del cineasta, pero es que somos muchos los que nos dedicamos a hacer cine también para llenar la nevera y por eso es tan importante mantenerse activo y que cada película que ruedes sea reflejo de ese espíritu de lucha. En este sentido, la autoficción es un vehículo llamativo para hablar de lo que sabes, de lo que conoces y si de algo sé es de frustración frente al rechazo. Por eso pensé que homenajeando a un creador como Herzog resultaba pertinente homenajear a esas otras personas que están en esta lucha sin obtener reconocimiento.

 Pero retratarse a sí mismo de tal modo, ¿no le hace sentirse vulnerable?

Sí, pero aceptar nuestra propia vulnerabilidad cuando emprendemos un proyecto creativo yo creo que es algo muy necesario, más aún en esta época donde todo es “yo, yo y yo” y parece como si cualquier proceso de creación estuviese ligado a una necesaria exaltación del ego. Esta película representa la antítesis de eso, porque nace de la necesidad de enfrentarse a la idea de fracaso y por eso creo que puede ser muy motivante para las siguientes generaciones de cineastas, porque el mensaje que he querido trasladar es que no es necesario depender de otros ni pedir permiso para hacer cine. Lo importante es lanzarse a hacerlo, iniciar el camino sin importar que ese recorrido te lleve a ser el primero o el último porque, además, el éxito es ilusorio y el placer que te proporciona el hecho de hacer cine es un placer efímero. Puedes estar seis años luchando la financiación para luego estar rodando tres o cuatro semanas.

 Pero me imagino que ese peregrinar fue duro, que en algún momento estuvo tentado de tirar la toalla.

No, tirar la toalla no, porque eso hubiera ido contra el espíritu de la película y contra las enseñanzas de Herzog, cuyo espíritu me acompañaba en todo momento. Ese afán de conquista, de aventura que hay en todas sus películas, fue el que me guió.

 

Herzogen pausoei segika eraikitako filma

Zinebitik igaro ostean, iritsi da zinema aretoetara Pablo Maquedak (Madril, 1985) zuzendutako “Dear Werner” lana. Filma Werner Herzog-en “Del caminar sobre el hielo” oinarri hartuta eraiki du zinemagile madrildarrak. Egunkari formatuko liburu horretan, Herzogek, bere lagun Lotte Eisner larriki gaixo zela jakin zuenean, Munich eta Paris banantzen dituzten 783 kilometroak oinez egitea erabaki zuen, bere fedearen erakusgarri. Filmarekin, Herzogi omenaldia egiteaz batera, sortze prozesuan dagoen zinegileak bizi duen zaurgarritasun sentipenaz eta proiektuak aurrera ateratzeko zailtasunaz ere mintzatu nahi izan du Maquedak.