Àlex ROMAGUERA
Elkarrizketa
PAU VIDAL
FILÓLOGO

«La independencia es necesaria pero no suficiente para preservar el idioma»

Pau Vidal, filólogo, autor del libro “El bilingüisme mata. Del canvi climàtic al canvi idiomàtic”, analiza la situación actual del catalán y los retos a futuro para su preservación.

Pau Vidal, filólogo, autor del libro “El bilingüisme mata. Del canvi climàtic al canvi idiomàtic”. (Àlex Romaguera)
Pau Vidal, filólogo, autor del libro “El bilingüisme mata. Del canvi climàtic al canvi idiomàtic”. (Àlex Romaguera)

¿A qué atribuye que los adolescentes de Barcelona y su Área Metropolitana hablen cada vez menos catalán?

Predominan dos factores: la sustitución demográfica y el ocio digital, pues la mayoría de jóvenes pasan las 24 horas del día expuestos a guiños electrónicos de los cuales el 95% son en lengua castellana.

Se observa un mayor retroceso en las ciudades que en zonas menos pobladas. ¿Allí no están tan expuestos a esta influencia?

La razón es porque hay menos contacto social con el castellano, sin duda. Pero también que Barcelona tiene una dimensión propia donde la dinámica lleva a las lenguas mayoritarias a imponerse.

¿Más allá del uso, qué otros síntomas indican la pérdida de peso del catalán?

Nuestro repertorio lingüístico va dejando palabras genuinas por el camino. Un aspecto que obviamente es llamativo, aunque no es el más determinante. La principal alteración se encuentra en la morfosintaxis y el resto de estructuras de la lengua, las cuales muestran que el catalán tiende, cada vez más, a parecerse al castellano.

No obstante, la encuesta sobre usos lingüísticos pone de relieve que el conocimiento y su presencia en algunos ámbitos ha mejorado. ¿Por qué motivo esto no tiene repercusión en la esfera pública?

Resume la actitud mayoritaria del pueblo catalán, que acostumbra a declararse entusiasta de su lengua pero, a la hora de la verdad, la oculta. Es decir: somos más de símbolos y grandes proclamas, pero cuando toca defenderlas, nos arrugamos. De manera que convertimos el catalán –y así lo hemos interiorizado– en una lengua subordinada.

¿Tampoco se ha querido admitir que la inmersión lingüística no ha dado los resultados esperados?

Algunos ya lo advertimos hace años. Y hoy todo el mundo lo asume, incluso la Dirección General de Política Lingüística. Aquí también ha prevalecido una política de aparador, ya que nunca se ha expedientado a profesores que no han cumplido la ley y ni siquiera los inspectores han fiscalizado lo suficiente para averiguar si el modelo funcionaba correctamente.

Entre las voces más pesimistas, algunas pronostican que al catalán le quedan veinte años de vida. ¿Está de acuerdo?

A estas alturas es difícil saber si antes desaparecerá por falta de hablantes o por falta de catalán. Es decir: con tanta interferencia, podemos ir de la hibridación a la disolución. En todo caso, más allá de que ocurra, primero hay que actuar ya porque la situación es extremadamente delicada.

¿Cómo se puede revertir la situación?

Hay que trabajar la vía de la necesidad. Y esto va ligado a tener una legislación potente y a que en el ámbito del entretenimiento y el ocio, el catalán tenga más incidencia. Y, finalmente, incorporar a la nueva inmigración como parte de la comunidad catalano hablante. Esto nos permitiría ensanchar el catalán y reforzar nuestra autoestima al haber convertido la lengua en una herramienta útil e inclusiva. Y, seguramente, la independencia ayudaría, pero aunque necesaria, no es suficiente para preservar el idioma, pues en este mundo globalizado, todo va a favor de las lenguas de gran escala.