Raimundo Fitero
DE REOJO

De orgía

Algunos señores que viven de los presupuestos generales de la UE en Bruselas se pasan las noches de orgía. Debe ser una costumbre como lo de comer los mejillones con chocolate. He leído una entrevista al chaval organizador en su piso de la orgía gay en la que la policía encontró a veinte ciudadanos de diversos países de la Europa más conservadora. La noticia se ha conocido porque entre los detenidos estaba un eurodiputado húngaro perteneciente a un partido de ultraderecha que ha puesto en marcha leyes y acciones contra los homosexuales de una manera violenta y obsesiva. Una costumbre muy arraigada entre los políticos fundamentalistas de todos los géneros y credos. Hacer todo aquello que prohíben.

Dice David Manzheley que tiene doble nacionalidad checa y polaca, que en su piso se celebran esas orgías con asiduidad y según sus palabras acuden diplomáticos, eurodiputados, asesores, miembros de la judicatura y la policía belga, han contado en tiempos anteriores con citas de muchos más activistas de la vida divertida, de las noches interminables, de la ceremonia desinhibidora del Popper, la viagra y la ketamina entre otros estimulantes (por cierto, de todo esto tenía sus buenos gramos en su casa Rafael Amargo, al que llamaban bailarín y ahora es sospechoso de tráfico de estupefacientes), por lo que la agenda de este hombre que no llega a la treintena puede ser para hacer un calendario.

Considera el organizador que sirven para ayudar a personas que en sus países no tienen libertades sexuales. Los recortadores de esas libertades en sus países de origen las disfruten en territorio ajeno. Pensar en una veintena de tipos desnudos a los que la policía les pide documentación provoca sensaciones encontradas. Algunos exhibieron sus pasaportes diplomáticos. Estaban de orgía.