Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Amenazados

Imagino que me encontraré entre esos 26 millones de personas que militares españoles amenazan con fusilar para recobrar el espíritu patrio que no es otro que el pensar franquista de toda la vida. Y digo de toda la vida porque, para mi generación, es el mismo que nos oprimió y nos ha perseguido como una mala sombra en esta especie de democracia que el dictador y sus allegados dejaron bien controlada para que no cayera en brazos de la izquierda. El comentario, viéndolo como un hecho aislado, no tendría por qué ser preocupante, incluso se podría tomar como una salida de tono de legionario pendenciero.

Lo que preocupa es que esa boutade tan torrentiana encierra una ideología fascista que en el congreso español tiene 52 escaños (Vox) y alguno más escondido en siglas, consideradas dentro del juego democrático, partidos de derechas. En realidad, esas amenazas tienen su raíz en la permisividad que se ha tenido y se tiene con las proclamas fascistas, dejando que el populismo avance como una quinta columna, salvadora de la desesperación social que acosa a la clase trabajadora.

Alvarez Solís decía que «el fascismo es el último escalón del neoliberalismo». Si es así, cuando los gobernantes gobiernan al dictado del alto empresariado, en la CAV, los rojos y las rojas, aun sin fusilarnos, lo tendremos muy negro.