A petición de la Fiscal General del reino y de los demócratas constitucionalistas de Vox, el pleno de la Sala Penal del Tribunal Supremo (donde están los más de lo más en la lectura de la Ley) ha acordado que se repita el juicio del caso Bateragune anulado por los tribunales europeos. La injusta condena fruto de un juicio injusto fue cumplida íntegramente por los injustamente condenados. Por unanimidad, 16 de 16, los magistrados que lo componen. España una y no cincuenta y una. La madre de Dios qué tropa. La Justicia es igual para todos decía no ha mucho el emérito. Aún se está riendo. Ahora será el hijo, en mensaje navideño y sin temor a hacer llorar al niño Jesús, quien asegurará, sin despeinarse, que la Ley a todos nos iguala. Reirán toda la familia. Los borbones siempre han sido de campechano jolgorio, no como en Francia donde hace tres siglos una justicia libertaria, igualitaria y fraternal, se puso seria acabando con las aristocráticas carcajadas de un tajo. Entonces rió el pueblo.

Para los jueces españoles, si unos militares defienden la necesidad de fusilar a 26 millones de rojos hijos de puta; u otros cuerpos de intervención inmediata brazo en alto cantan himnos fascistas; o si policías dicen de salir a matar mendigos y negros o a la alcaldesa Carmena. Es libertad de expresión. Pero si uno manifiesta deseos de quemar la bandera monárquica o saca un coño en procesión en vez de un tipo torturado clavado en una cruz, eso a juicio de los señores jueces, es delito.

Por estos lares, rara es la vez que la Ley y Justicia se cruzan. Andan reñidas desde hace tiempo. Mi abuela me dijo que las vio juntas una vez, cuando se fue el Borbón, pero duró poco porque los militares empezaron a fusilar a los hijos de puta, la Justicia desapareció y la nueva Ley se hizo católica y del Movimiento. La Ley es la cristalización de la violencia.

Las instituciones del Estado empiezan a hacer aguas. A fuerza de apretar la tuerca la pasarán de rosca. Un esfuerzo más. Que en la nueva farsa de