EDITORIALA
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Debates y oportunidades para el independentismo en Europa

El nuevo escenario postbrexit, marcado por un lado por la implementación de los acuerdos entre Londres y Bruselas, y por otro por la creciente divergencia sociopolítica entre las diferentes naciones de Gran Bretaña, condiciona en este momento la hoja de ruta de los independentistas escoceses, de los republicanos irlandeses y de los nacionalistas galeses. Desde los Acuerdos de Viernes Santo hasta el referéndum de independencia escocés, esas experiencias han conformado las culturas democráticas de esas naciones, que ahora deben afinar estrategias.

Esos condicionantes también afectan al establishment londinense, a la postura de las instituciones y de los partidos ante los referéndums que pueden tener lugar en los próximos años. La promesa neoimperial de la derecha se muestra falsa incluso para los más creyentes y la decadencia nacional puede tornarse humillante.

Aun estando ya fuera de la Unión Europea, estos procesos alimentarán los debates sobre la soberanía, la ciudadanía, el derecho a decidir y la cultura democrática en Europa. Además, ahora se tratará de candidatos a reforzar la UE o, en el caso de Irlanda, de naciones que son ya parte de la misma.

En un primer momentos, algunos analistas han considerado que el mejor escenario para los independentistas escoceses y los republicanos irlandeses era que no hubiese acuerdo. Sin embargo, en contra de la literatura unionista de aquí y de allá, la fuerza de esos nacionalismos transciende con mucho a una identidad reaccionaria o conflictiva. Sus mejores resultados han venido del desarrollo de propuestas para el conjunto de su ciudadanía en parámetros democráticos y emancipadores. Además de la descomposición metropolitana, la combinación de políticas publicas al servicio de las mayorías y un liderazgo claro son factores importantes.

Recientemente en Escocia un 74% de las personas encuestadas consideraba que la primera ministra, Nicola Sturgeon, había gestionado bien la pandemia, mientras un 64% afirmaba que Boris Johnson lo había hecho mal. A su vez, el independentismo crece. En Gales el independentismo ha subido un 8% en cuatro años, con uno de cada cuatro galeses defendiendo hoy por hoy la independencia. Por un pírrico 51%/49% la mayoría del norte de Irlanda sigue a favor de pertenecer al Reino Unido, pero si se les pregunta por qué ocurrirá en diez años, solo tres de cada diez piensan que seguirán en la Unión. Asimismo, el resto de británicos cada vez cree que tiene menos en común con los irlandeses del norte, aprobaría que se realizase un referéndum sobre la reunificación y les importa mucho menos si se da esa Irlanda unida.

En respuesta a Sturgeon, Johnson ha afirmado que los escoceses ya decidieron y que ahora, precisamente por la pandemia, «no es momento de divisiones o distracciones sobre la constitución nacional». El premier obvia, entre otras muchas cosas, que a la ciudadanía escocesa también se le dijo que la Unión era la condición para permanecer en la UE, lo que condicionó el voto de un tercio de quienes dijeron «no» a la independencia.

Cada nación tiene diferentes ritmos, fortalezas y problemas, equilibrios de poder particulares e incluso intereses contrapuestos, como para que confluyan en una única agenda a negociar con Londres. Claro que unos procesos pueden alimentar a los otros. La gestión del tiempo es crucial. En estas naciones existe una fuerte brecha generacional: las personas más jóvenes son más favorables a votar y más favorables a las propuestas independentistas y republicanas. Esta es la parte más complicada de cara a acertar con estrategias eficaces.

Datos para el desarrollo de una hoja de ruta

Hace apenas unas semanas se presentaba Naziometroa, un barómetro impulsado por Telesforo Monzon eLAB y el grupo de investigación de la UPV-EHU Parte Hartuz, y desarrollado por Aztiker. Naziometroa medirá periódicamente las opiniones de la ciudadanía de Euskal Herria sobre su soberanía y temas relacionados con la misma. El primer estudio ha demostrado como los condicionantes legales y sociales alteran las posturas mayoritarias en la sociedad vasca. Por ejemplo, la ciudadanía vasca es mucho más favorable a la independencia si el plebiscito es acordado. También hay diferencias sustanciales por territorios y la demanda de un desarrollo del autogobierno, en favor de la vertebración del país y del derecho a decidir, están muy afianzados. Son datos imprescindibles para decantar mayorías en el proceso de emancipación nacional y social de Euskal Herria.