Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Salvaje»

Ese maldito claxon

En la filmografía de Derrick Borte topamos diferentes propuestas que van desde aquel entrañable acercamiento a las vivencias de un chaval londinense cuya vida cambió por completo cuando escuchó a The Clash (“London Town”, 2016) hasta el thriller de corte dramático (”H8RZ”, 2015). En su anterior “American Dreamer” (2018), este director todoterreno ya exploró con desigual fortuna las posibilidades del thriller que versa sobre la presa y el cazador y que en este su nuevo trabajo goza de mejor acabado. Una de las principales virtudes de “Salvaje” radica en su honestidad, porque jamás oculta sus credenciales de serie B y revela de manera clara que sus dos referentes son “Un día de furia” –dirigida en el 93 por Joel Schumacher– y la película que catapultó a la fama a Steven Spielberg, “Duel, el diablo sobre ruedas” (1971).

De la primera toma prestada la imagen intimidatoria del hombre que, sobrepasado por todo, decide lanzarse a su propio precipicio y, de paso, llevarse con él a quien se ponga delante. En relación a ello, el personaje de Russell Crowe resulta mucho más temible que el que interpretó Michael Douglas, debido a la fiereza implacable que demuestra en secuencias como la del restaurante y, sobre todo, porque el inmenso –en todos los sentidos– actor australiano inculca a su personaje un factor imprevisible que lo hace mucho más sobrecogedor.

La escena que prologa el filme es brutal y aporta las pautas de un hombre desequilibrado con el que nunca querríamos toparnos y que, por desgracia, se convierte en objetivo accidental de una mujer cuyo día amaneció horrible y que la irrupción de este enajenado no hará más que empeorarlo.

El guion de Carl Ellsworth perfila con acierto el juego del gato y el ratón entre Crowe y Caren Pistorius, y realiza un diseño muy reconocible de los males cotidianos que sufre el personaje de Pistorius.