Iñaki Anasagasti
KOLABORAZIOA

Iñaki Anasagasti responde a los «marginales»

El pasado domingo GARA, en sitio destacado y muy visible publicó una réplica de D. José Manzaneda de la Asociación Euskadi-Cuba, con el llamativo título de “Marginales responden a Iñaki Anasagasti”. Quien firma estas letras había escrito una reflexión en la sección Blogs de “Deia”. No dejaba de ser chocante que se replicara en GARA a algo que no se conocía, por haber sido escrita en otro medio.

En mi post hablaba de la falta de libertad en Cuba, de la represión a los intelectuales y artistas cubanos nucleados alrededor del Movimiento San Isidro, y me dolía que habiendo estado el presidente norteamericano Obama en La Habana y pactado una serie de medidas democratizadoras con Raúl Castro no se habían cumplido ninguno de los acuerdos y se seguía denunciando el imperialismo yanqui como si estuvieran en Sierra Maestra en 1959 así como el boicot o bloqueo comercial de Trump a la Isla, medida rechazable que han mantenido todos los presidentes desde Kennedy.

En la réplica se me recordaba que en 28 ocasiones la Asamblea General de Naciones Unidas había denunciado esta situación junto con una serie de datos que la falta de espacio me impide rebatir. Viajé en 1998 a La Habana junto a Xabier Albistur, Josu Jon Imaz, Joseba Egibar y Ricardo Ansotegi invitados por el PC cubano habiendo sido tratados exquisitamente y mantenido una conversación de tres horas y media con el comandante Fidel Castro en el Palacio de la Revolución y tras ver lo que vimos, la única conclusión fue que, por encima de las palabras, aquel régimen era y es una dictadura. No había libertad de expresión, no había partidos políticos libres, no se podía discrepar, la Iglesia estaba constreñida en su acción pastoral, había presos políticos, la juventud quería emigrar a los Estados Unidos y la pobreza era manifiesta. Han pasado 22 años y la situación solo ha mejorado salvo en lo energético gracias al enfeudamiento del régimen con Venezuela desde que llegó Hugo Chávez al poder. Es ahora su vital y gratuito suministro petrolero.

No niego que una revolución que dura ya 62 años basando todo el poder en dos hermanos y en un discípulo aventajado puede tener logros en algún sector basado este en la eficacia del ordeno y mando pero es que hay que partir de la base de que no hay democracias buenas o malas, proletarias, burguesas u orgánicas sino democracia a secas. Y Cuba no es una democracia. Es una dictadura. Perdonen ustedes pero dense cuenta de una vez que el rey está desnudo.

En la Comunidad Autónoma Vasca según el Observatorio para la Inmigración, Ikuspegi hay en la actualidad 4.201 cubanos registrados a quienes al parecer no les sedujo más que a cinco, el 0,01% el embarcarse en un Bote Tours el uno de enero para desembarcar en la Plaza Pío Baroja de Bilbao y recordar la efemérides revolucionaria. No debo pues estar muy desinformado cuando escribí lo que escribí, que luego glosé en un artículo titulado “Más siglas que manifestantes, más banderas que cubanos”. Cinco cubanos de 4.201 es un dato de pura marginalidad por muy molestos que se hayan sentido ante el adjetivo. No marginales como personas, sino como críticos políticos.

Me sigue llamando la atención que 62 años después del derrocamiento de Fulgencio Batista se siga con la misma retórica airada, los mismos lemas, las mismas consignas mineralizadas con la aceptación acrítica y sumisa a una jerarquía no elegida tras debate y contraste. Mucho más cuando se es incapaz de ser solidario ante personas reprimidas. El propio Engels en sus escritos expresaba una gama bastante variada de temperatura emocional ya que tanto en sus ensayos eruditos como en sus polémicas recalcaba la necesidad de evitar la rigidez, algo al parecer inconcebible de admitir en un mundo ideológico dogmático, cerrado y totalizador. La vida no es eso.

Cuba tiene ahora, con la presidencia estadounidense de Joe Biden la gran oportunidad de levantar ese bloqueo tan adversado volviendo al espíritu de los acuerdos Obama-Castro si de una vez por todas quita los adjetivos a su democracia, permite unas elecciones libres y verificables y se abre al mundo, como le pidió en ese año 1998 Juan Pablo II a Fidel Castro en el aeropuerto solicitando al mundo que se abriera a Cuba. Y lo digo porque según nos dijo Fidel, era esa una de las frases que más le habían gustado de aquel viaje.

No soy sospechoso de ser Trumpista. Hace cuatro años no le envié un telegrama al terrible Trump por su victoria contra Hillary Clinton como hizo el Grupo Parlamentario de Bildu sin que hayan reconocido nunca su inmensa e increíble metedura de pata. Solo quiero libertad y democracia para una Isla depauperada, sometida al diktat de una cúpula y sin un futuro claro por la cerrazón de su régimen y no por el Bloqueo estadounidense, que no americano. América es todo el continente y no bloquea a Cuba.